El requiem de un corazón roto - Capítulo 624
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Capítulo 624:
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El calor bajo las sábanas se encendió al instante. Respirando hondo, se volvió bruscamente y lo abrazó, apretando los labios contra los suyos con fervor.
Quizá fue demasiado entusiasta y su beso resultó un poco incómodo. Brian se apartó un poco, mirándola a los ojos. Justo cuando iba a hablar, ella lo silenció con otro beso.
Esta vez, sus manos tampoco se quedaron quietas. Recorrieron su cintura y su abdomen, aventurándose más allá con cada toque electrizante.
Brian sintió que un fuego se encendía en todo su cuerpo, al borde de la rendición. Sin embargo, consiguió agarrarle la mano, se detuvo y la miró profundamente a los ojos, preguntándole con seriedad: «Rachel, ¿es esto realmente lo que deseas?».
Ella acurrucó la cara contra su pecho. «Sí».
El calor de la habitación pareció aumentar de nuevo. La cama se movía con una cadencia suave, como las olas que besan suavemente la orilla de un lago tranquilo…
Agotada hasta la médula, Rachel sintió un profundo cansancio, pero cuando Brian buscó un preservativo, ella rápidamente le detuvo la mano, atrayéndolo hacia sí. Brian abandonó por completo la idea de tomar precauciones.
Rachel sonrió, sintiendo una profunda satisfacción mientras se relajaba en su abrazo.
Mientras el sueño empezaba a reclamarla, pensó que tal vez no tardarían mucho en dar la bienvenida a una nueva y preciosa vida.
Por la mañana temprano, Brian se fue a la oficina, mientras Rachel se dirigía al hospital para visitar a Jeffrey.
«Rachel, ¿es verdad? ¿De verdad te casaste con Brian?»
«Sí, lo hicimos. Incluso tenemos nuestro certificado de matrimonio».
«Pruébalo. Déjame verlo».
Rachel se encogió de hombros. «No lo tengo conmigo, pero tengo una foto. ¿Quieres verla?»
«¡Por supuesto!»
Jeffrey se quedó mirando la foto un largo rato antes de decir: «Si mamá estuviera aquí, te estaría sonriendo. Ahora que somos familia, Brian es mi cuñado y me gustaría comer con él».
Al ver a Jeffrey aceptar la noticia con tanta calma, Rachel sintió que se le quitaba un peso de encima. Le revolvió el pelo con suavidad y esbozó una pequeña sonrisa. «Has crecido mucho en pocos días».
«Entonces, ¿por qué no le invitas a comer hoy?».
Rachel dudó un segundo, preguntándose si Brian tendría tiempo. «El trabajo de Brian lo mantiene ocupado. Si no lo programamos con antelación, quizá no pueda venir».
Pero la voz de Jeffrey era tranquila pero firme. «Eso no me importa. Si de verdad le importas, yo también debería importarle. Y debería valorar pasar tiempo con nosotros. Además, eres su mujer, ¿realmente necesitas una cita sólo para comer juntos?».
Al ver la determinación en sus ojos, Rachel supo que no descansaría hasta que la comida se hiciera realidad. Para tranquilizarlo, cogió el teléfono y llamó a Brian.
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