El requiem de un corazón roto - Capítulo 595
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Capítulo 595:
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Fuera de la consulta del médico, Yvonne y Rachel se cogieron de la mano, con el corazón encogido por la aprensión. Se atrevían a esperar buenas noticias, pero la realidad rechazaba sus deseos.
A Rachel le temblaron las manos al aceptar los resultados de las pruebas. La voz solemne del médico resonó en la silenciosa habitación. «Señora Marsh, las pruebas exhaustivas han confirmado que su hermano padece leucemia».
Rachel tragó saliva. «¿Cuáles son nuestras opciones de tratamiento?»
«El tipo de leucemia que padece es especialmente complejo», explicó el médico con suavidad. «El tratamiento óptimo sería un trasplante de médula ósea. Hemos empezado a buscar un donante compatible en el registro. Como usted es su hermana, podría ser compatible. Sería conveniente que se sometiera a las pruebas».
«Entendido.»
Rachel e Yvonne sintieron el aguijón de una dura verdad: dadas las condiciones de salud de Rachel, aunque fuera compatible, no podría ser donante. Yvonne le apretó la mano. «Estaré contigo en las pruebas. Quizá sea compatible».
«Yvonne…» La voz de Rachel se entrecortó.
«No hay necesidad de palabras. Lo comprendo».
Las esperanzas disminuyeron cuando ninguna de las pruebas reveló un donante compatible. El registro tampoco encontró un donante adecuado. Pronto, las posibilidades de Jeffrey se esfumaron.
«Doctor, ¿se supone que debo quedarme de brazos cruzados mientras mi hermano muere?». La voz de Rachel se quebró.
«Nos comprometemos a hacer todo lo que podamos», respondió amablemente, «pero un trasplante de médula ósea sigue siendo su mejor oportunidad de recuperación. Debe prepararse para todos los resultados posibles».
Rachel se quitó las lágrimas de las mejillas y se armó de valor. «¿Y si utilizamos sangre del cordón umbilical?».
«Eso puede funcionar bien si es de un hermano», dijo lentamente el médico, «pero usted mencionó que usted y su hermano fueron criados como huérfanos».
«¿Podría funcionar también la sangre del cordón umbilical de mi futuro hijo?».
«Aunque eso ofrece una opción potencial», dijo el médico con cautela, «no puedo garantizar su eficacia sin pruebas más específicas».
Rachel cuadró los hombros, con la determinación brillando en sus ojos. «Cualquier oportunidad que merezca la pena merece todo mi esfuerzo».
Tras salir de la consulta, se volvió hacia Yvonne con decisión.
«Yvonne, estoy pensando en tener un hijo.»
Yvonne se dio cuenta al instante. «Piensas usar la sangre del cordón umbilical del bebé para salvar a Jeffrey, ¿verdad?».
Rachel se encontró con la mirada de su amiga. «Sí».
Yvonne dudó. «Y tu salud, ¿crees que tu cuerpo puede soportar un embarazo?»
«No estoy segura», admitió Rachel, «pero no puedo quedarme de brazos cruzados viendo sufrir a Jeffrey. Quizá, con este bebé, pueda ocurrir un milagro para todos».
Los ojos de Yvonne enrojecieron mientras luchaba por contener las lágrimas. Su voz temblaba de emoción. «Rachel, sólo necesito un momento para procesar esto».
Se dio la vuelta y bebió varios sorbos de agua para tranquilizarse. Conocía a Rachel desde hacía años y comprendía su carácter inquebrantable. Aunque su amiga parecía gentil, una vez que Rachel se proponía algo -especialmente para Jeffrey-, nada podía desviarla. Era su única oportunidad y Rachel no la dejaría escapar. Aunque Yvonne protestara, Rachel seguiría adelante sin dudarlo. Para Rachel, Jeffrey era lo más importante, incluso su propio bienestar.
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