El requiem de un corazón roto - Capítulo 583
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Capítulo 583:
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Rachel no lo apartó, pero su voz, firme pero aguda, cortó la cargada atmósfera. «¡Tienes novia!»
Los labios de Brian rozaron su oreja, su voz baja, casi tierna. «¿Y si te dijera que no hay nada entre Tracy y yo?».
Rachel volvió la cara, negándose a contestar. No se atrevía a creerle.
Tracy había sido su favorita durante años. Antes de que Rachel rompiera con él, podría haberse contenido por decoro, pero ¿después? Estaba segura de que su relación había sido intensa, su conexión innegable.
La confianza de Tracy, su arrogancia, era prueba suficiente. Si no fuera verdad, ¿por qué actuaba como lo hacía?
dijo Rachel, con un tono tranquilo pero lleno de dudas-, ya no soy una niña. No puedes esperar que me lo crea».
Brian soltó una risita, momentáneamente sorprendido por sus palabras.
La voz de Rachel era tranquila, con un tono firme pero lleno de convicción. «La has amado durante años. Ahora que los dos estáis solteros, aférrate a ella. Sabes, no todas las chicas están dispuestas a cambiar de opinión tan fácilmente».
Los ojos de Brian se entrecerraron, su voz bajó a un murmullo bajo, casi íntimo. «¿Y tú? ¿Lo harías?»
Rachel miró a Brian sin vacilar. «Si mi ex me quiere de verdad, puede que lo reconsidere. ¿Pero si no? Intentar volver con él es sólo pedir que me humillen».
Las palabras eran sencillas, pero ella había tardado años en comprender su verdadero peso: una verdad dolorosa que calaba hondo.
Brian no respondió de inmediato. En cambio, su silencio hizo que su mirada fuera aún más intensa. Sus manos permanecían en la cintura de ella, su calor abrasando su piel.
Esta vez Rachel lo tenía claro. La experiencia le había demostrado que cuanto más se defendía, más disfrutaba Brian derribándola, destrozando su dignidad. Apretó los labios y se obligó a dejar la mente en blanco.
Al momento siguiente, el tirante de su vestido se deslizó por su hombro y sus labios recorrieron lentamente su cuello. Su tacto no era brusco, pero sí deliberado, dejando marcas de mordiscos, una tras otra. Comprendió su intención: quería quebrarla, empujarla a rendirse. Sin embargo, ya lo había perdido todo. ¿Qué más podía quitarle?
«¿No te estás defendiendo?»
Brian levantó una ceja, sorprendido. Ella nunca se había rendido tan fácilmente. Pero ahora permanecía quieta, con el cuerpo tembloroso como un gatito frágil. Lágrimas silenciosas resbalaron, pero ella no protestó, no lo apartó.
«¿Cambiaría algo?»
Rachel lo miró, sus ojos claros y brillantes, con lágrimas que brillaban suavemente, suficientes para ablandar hasta el corazón más frío. «El destino de Jeffrey depende enteramente de ti. Tienes un control absoluto sobre mí. Aunque no quisiera esto, me harías ceder. Pero Brian, ¿es esto realmente lo que quieres?»
Una leve sonrisa se dibujó en sus labios. ¿Cuánto hacía que no se lo decía en un tono tan suave? Desde su ruptura, ella había mantenido las distancias, su voz siempre formal y distante.
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