El requiem de un corazón roto - Capítulo 577
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Capítulo 577:
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Raquel se quedó momentáneamente aturdida, sin aliento, mientras Andrés la sostenía. Para él, aquel breve instante fue como un raro tesoro, con su mano posada suavemente en la cintura de ella. Tracy observaba la escena con silenciosa intensidad; su expresión era ilegible, pero sus ojos eran penetrantes.
La quietud fue rota por la voz fría y cortante de Brian. «Este no es lugar para demostraciones románticas. Si mis condiciones son demasiado duras, Rachel, puedes irte».
Avergonzada, Raquel se volvió hacia Andrés, con voz suave pero sincera. «Siento haberte involucrado», murmuró antes de apartarse rápidamente para ir a buscar el agua.
Al ver que la tetera estaba vacía, Rachel decidió traer agua a temperatura ambiente, pensando que sería más seguro después del atragantamiento de Brian. Pero cuando le tendió el vaso, su mirada penetrante se cruzó con la de ella, su tono cortante e inflexible.
«Rachel», dijo Brian con firmeza, «fui claro. Pedí agua caliente».
«Enseguida», respondió Rachel sin vacilar, cogiendo el vaso con tranquila eficacia.
Rachel regresó unos instantes más tarde, llevando con cuidado un vaso humeante de agua caliente, y se lo entregó a Brian, con movimientos deliberados y serenos.
Brian bebió un pequeño sorbo del vaso y lo bajó de golpe, con la voz entrecortada. «Demasiado caliente. ¿Intentas quemarme?»
«¡No, no era mi intención!» Rachel se disculpó rápidamente, con la cara enrojecida por la vergüenza. «Deja que te lo enfríe».
Rachel sopló suavemente sobre el agua, bajando su temperatura, antes de devolvérsela a Brian, con las manos temblándole ligeramente.
Sin embargo, su expresión seguía siendo severa. «Ahora no está lo bastante caliente», dijo, con un tono frío e implacable.
Rachel se mordió un suspiro. Sabía que el problema no era la temperatura del agua, nunca lo había sido. Era su forma de poner a prueba su paciencia, de hacerla pasar por el aro. Y se estaba quedando sin fuerzas para seguirle el ritmo.
Desde su primer encuentro, Brian no había sido más que calculador, un hombre que siempre veía todo a través de la lente del beneficio y la pérdida. No actuaba sin motivo y, desde luego, nunca por bondad. Ella lo había subestimado, pensando que podría hacer que le importara. Pero al final, debería haberlo sabido.
La frustración de Rachel hervía justo debajo de la superficie, pero se contuvo. «¿Qué quieres que haga?», preguntó, con un tono más bajo de lo que pretendía, una mezcla de exasperación y resignación.
Antes de que Brian pudiera responder, Andrés se adelantó, su presencia como un escudo protector. Cogió suavemente la mano de Rachel, tirando de ella hacia atrás con un aire de tranquila autoridad. «Rachel, no hace falta que se lo ruegues», dijo con firmeza. «Ya se me ocurrirá algo para Jeffrey. No deberías tener que sacrificarte por él».
Andrés se dirigió a Brian. «Señor White, siempre le he considerado un hombre de negocios de éxito. Por favor, no rebaje mi opinión sobre usted. ¿Usar amenazas contra una mujer? Eso está por debajo de cualquier hombre de verdad». Sus comentarios fueron penetrantes.
Brian, sin provocar la ira, respondió con una sonrisa socarrona. Con aire intrigado, replicó: «¿En serio? Me interesaría saber cómo piensas conseguir la liberación de Jeffrey».
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