El requiem de un corazón roto - Capítulo 543
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Capítulo 543:
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«¿Es suficiente prueba para ti? ¿O necesitas más?»
Fue entonces cuando Rachel se dio cuenta de que la figura que había en el suelo era Brian.
Su mente se tambaleaba, negándose a aceptarlo.
Brian era fuerte y sano. ¿Cómo podía hacerle daño Jeffrey, que no haría daño ni a una mosca?
No, esto tenía que ser una trampa. Tenía que ser obra de Tracy.
«Ronald, ¿de verdad…?» A Rachel se le hizo un nudo en la garganta y se le quebró la voz mientras se esforzaba por terminar la frase.
Le temblaban las manos cuando soltó suavemente a Jeffrey y luego, con pasos lentos e inseguros, se acercó a la figura sin vida que había en el suelo. En cuanto reconoció el rostro familiar de Brian, ahora pálido y sin vida, se le saltaron las lágrimas.
Cayeron a raudales, y su corazón se rompió aún más cuando vio el profundo charco de sangre que empapaba la alfombra bajo él.
«Brian…» Su voz se quebró mientras extendía la mano temblorosa sobre su herida.
Antes de que pudiera tocarle, Tracy la apartó a la fuerza.
«¡Aléjate de él! ¿Todavía tienes la audacia de acercarte a él?»
La repentina sacudida hizo que el cuerpo de Brian se moviera ligeramente, agravando su herida. Al instante, la sangre brotó con más rapidez.
El pánico inundó a Tracy.
«¡Maldita sea! ¿Dónde diablos está la ambulancia?», gritó, con la voz quebrada por el miedo.
Responde rápidamente un guardia de seguridad,
«Nos acaban de informar que la ambulancia está atrapada en el tráfico. Tardará otros diez minutos en llegar».
«¡¿Qué?!» La paciencia de Tracy se quebró, su cara se contorsionó de rabia.
«¡No podemos esperar tanto! ¡Que alguien traiga un coche, vamos a llevar a Brian al hospital ahora!»
«¡No!» Rachel de repente la agarró del brazo, su agarre inquebrantable.
«¡No puedes hacer eso!»
«¿Qué demonios acabas de decir?» espetó Tracy, con la incredulidad brillando en sus ojos.
«Rachel, nunca pensé que pudieras ser tan despiadada. ¿En serio vas a quedarte ahí y ver a Brian desangrarse? ¿Cómo pudiste…?»
Rachel no podía permitirse perder el tiempo entreteniéndose con las tonterías de Tracy. Su voz era aguda e inquebrantable.
«He evaluado su lesión y la gravedad de su pérdida de sangre. Si lo movemos sin la supervisión médica adecuada, las cosas podrían empeorar cien veces. La opción más segura es esperar a los paramédicos. De lo contrario, sólo estarás acelerando su muerte».
Tracy se quedó paralizada, y su rabia fue sustituida momentáneamente por la duda.
«¿Lo dices en serio?»
Rachel la miró fijamente, con voz firme.
«Nunca jugaría con su vida».
Un tenso silencio llenó la habitación hasta que Tracy finalmente se burló,
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