El requiem de un corazón roto - Capítulo 542
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Capítulo 542:
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No quedaba más que esperar.
De repente, una voz atravesó la espesa tensión, aguda y desesperada.
«¡Jeffrey!»
Todas las cabezas se giraron. Era Rachel.
La cara de Tracy se torció de incredulidad. ¿Cómo se atrevía Rachel a seguir apareciendo después de todo?
Su furia se encendió más que nunca. Esta vez no iba a dejar que Rachel saliera ilesa.
Rachel, sin aliento, vio primero a Ronald.
«¡Ronald! ¿Dónde está Jeffrey? ¿Está aquí?»
Ronald vaciló y luego señaló sutilmente hacia la esquina del despacho.
Rachel siguió su mirada y su corazón se detuvo.
Allí, acurrucado en un rincón, estaba Jeffrey. Se rodeaba con los brazos y todo su cuerpo temblaba sin control.
El pánico se apoderó del corazón de Rachel, que se apresuró a acunar el rostro de Jeffrey entre sus manos temblorosas.
«¡Jeffrey! ¿Puedes oírme? ¿Estás bien?»
Pero su mirada hueca la atravesó, su boca inmóvil.
Su pánico aumentó.
«Jeffrey, por favor… no me hagas esto. Di algo… lo que sea. ¡Te lo ruego!»
Pero por mucho que ella se lo suplicara, él no respondía. Sus ojos se movieron de un lado a otro, contemplando la horrible visión de la sangre salpicada por todas partes: espesa, oscura y pesada.
Lo peor era la sangre que cubría la cara y las manos de Jeffrey. Se le retorcía el estómago de espanto.
«Jeffrey, por favor… ¿Dónde estás herido? ¿Puedes decírmelo?» Su voz se quebró, cruda por la emoción.
«¿Te duele en alguna parte? Deja que te lleve al hospital, ¿vale? Por favor…»
Luchó por mantener la compostura, pero su miedo era abrumador.
Una risa aguda y amarga cortó de repente el aire.
«Hmph… ¿estás preguntando en serio dónde está herido?»
La voz de Tracy destilaba burla y su expresión era venenosa.
«No está herido. Deberías preguntar qué se siente al apuñalar a alguien».
Rachel giró la cabeza hacia ella, con un destello de incredulidad en los ojos.
«¡Eso es mentira! Él nunca… ¡no es capaz de hacer daño a nadie!».
se burló Tracy, con una sonrisa cruel.
«Oh, Rachel. Estás tan metida en la negación que es casi patético. Déjame advertirte…»
«¡Basta!» La voz de Rachel sonó, cruda de furia.
«¡No te atrevas a decir ni una palabra más a menos que tengas pruebas!»
La risa de Tracy se tornó gélida mientras hacía grandes gestos por la habitación empapada de sangre.
«¿Pruebas? Mira a tu alrededor».
Su mano se movió, señalando el cuerpo sin vida de Brian, tendido en el suelo, con la sangre todavía acumulándose bajo él.
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