El requiem de un corazón roto - Capítulo 533
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 533:
🍙🍙🍙🍙🍙
Ella negó con la cabeza. «No hace falta. Andrés ya me está esperando fuera».
¿Andrés Garrett? Él, otra vez.
«Últimamente le ves mucho». No había error en el tono de Brian.
«Eso es asunto mío».
«¿Acabas de romper y ya lo estás superando? Dime, Rachel, ¿lo que teníamos era tan insignificante para ti?». Sus palabras picaron como una espina en el corazón.
Pero había aprendido a protegerse.
Rachel le dedicó una suave sonrisa. «El pasado ha quedado atrás. Tenemos que seguir avanzando, ¿no? Ahora me voy». Sin vacilar, Rachel se dio la vuelta, firme en su decisión.
Brian corrió tras ella, pero cuando la alcanzó, ya estaba dentro del coche.
Mientras la figura de Brian se encogía en el espejo retrovisor, Andrés habló en tono tranquilo. «Todavía siente algo por ti, ¿verdad?».
«Sí», admitió Rachel con un movimiento de cabeza. «Pero al final, esos sentimientos no son lo bastante profundos».
Su vínculo era frágil, basado únicamente en sentimientos superficiales, por lo que no era de extrañar que Tracy hubiera sido capaz de romperlo con tanta facilidad.
Un amor así había agotado a Rachel. Estaba harta, cansada, agotada y dispuesta a seguir adelante.
Una vez que llegaron, Rachel salió del coche y se volvió hacia Andrés. «Gracias por todo. Si alguna vez necesitas algo, haré lo que pueda para ayudar».
Andrés respondió con suavidad: «En realidad, hay algo que puedes hacer por mí».
«¿Y cuál sería?»
«¿Estarías dispuesta a salir conmigo?» preguntó Andrés sin vacilar.
Rachel dejó escapar una pequeña sonrisa de complicidad antes de rechazarlo. «Aprecio tus sentimientos, pero no estoy en posición de empezar una relación ahora mismo».
En el fondo, sabía que no le quedaba mucho tiempo, y no podía soportar arrastrarlo a su mundo.
«¿Lo reconsiderarás?» gritó Andrés mientras la veía alejarse.
Rachel no aminoró el paso. Siguió avanzando, poniendo más distancia entre ellas.
Tal vez esta era la mejor opción para ambos.
Cuando se acercaba a la puerta de su casa, sonó su teléfono. Apareció un mensaje: su cuenta bancaria acababa de recibir un ingreso de cien mil dólares.
Brian lo había enviado. Sin pensárselo dos veces, escribió un mensaje de respuesta. «Gracias por tu generosidad».
Volvió a guardar el teléfono en el bolsillo, giró el pomo de la puerta y entró.
En cuanto entró, el delicioso aroma de la comida llenó el ambiente.
«¿Jeffrey?» La voz de Rachel llevaba una nota de sorpresa.
Justo cuando Jeffrey apareció a la vista, Natalia saltó con energía.
«¡Rachel! Por fin estás en casa. Te hemos estado esperando».
Los ojos de Rachel se posaron en la mesa. «Esta comida… ¿La has cocinado tú?»
.
.
.