El requiem de un corazón roto - Capítulo 425
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Capítulo 425:
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Entonces, algo que nadie vio venir: Tracy de repente extendió la mano y empujó a Natalia con fuerza.
—Brian, ¿estás…? —Natalia se interrumpió bruscamente.
Perdió el equilibrio por completo.
Antes de que pudiera recuperarlo, su talón resbaló y, con un grito ahogado, cayó directamente a la piscina que había detrás de ella.
—¡Natalia! —El grito de pánico de Rachel rasgó el aire mientras se lanzaba hacia delante, dispuesta a zambullirse.
Pero Brian la agarró de la muñeca y la detuvo—. ¿Estás loca? ¡Quédate ahí y no hagas ninguna tontería!
La furia de Rachel estalló y su voz temblaba—. ¿Has perdido la cabeza? ¿Te das cuenta de lo que acaba de pasar? ¡Ella no sabe nadar! ¿Vas a quedarte ahí mirando cómo muere?
—¿Y tú qué? ¡Tú tampoco sabes nadar! —Las duras palabras de Brian sacaron a Rachel de su impulso imprudente.
Tenía razón: ella no sabía nadar.
Un recuerdo amargo afloró en su mente: había conocido a Brian cuando él la salvó de ahogarse.
El miedo había nublado su juicio.
—Yo me encargo —dijo Brian antes de zambullirse en el agua. Con su gran habilidad para nadar, llegar hasta Natalia debería haber sido fácil.
Rachel observaba, recuperando poco a poco el aliento.
Pero las palabras de Brian se le habían quedado grabadas en la mente.
Estaba preocupado, preocupado porque ella no sabía nadar, porque sería ella quien se ahogaría si se lanzaba al agua.
Antes de que pudiera darle más vueltas, los gritos desesperados de Natalia rompieron el silencio. «¡Ayuda!».
Se debatía violentamente, con las manos extendidas en una súplica desesperada. Brian se abrió paso entre el agua y nadó hacia ella tan rápido como pudo.
Normalmente, la distancia no era un problema: podía alcanzarla en segundos. Pero Natalia nunca había estado en una situación así. Entró en pánico y se ahogó con bocanadas de agua.
—¡Natalia, mantén la calma! ¡Deja de forcejear! —gritó Rachel, caminando frenéticamente por el borde.
Tracy se acercó, fingiendo preocupación. —Rachel, relájate. La señorita Carpenter estará bien.
¿Relajarme? ¿En serio? ¿Cómo se supone que iba a hacerlo?
—Tracy, si estás tan preocupada, ¿por qué no te tiras en lugar de quedarte ahí parada y hablando? Si le pasa algo, ¡juro que no te saldrás con la tuya!
Probablemente Tracy nunca había visto a Rachel tan furiosa. Por un momento, se quedó atónita.
Pero con tantos ojos mirando, no podía permitirse perder su imagen serena y generosa.
—Rachel, sé que solo estás alterada porque estás preocupada por ella. No te preocupes, no me lo tomaré a pecho.
Su forma de hablar la hacía parecer amable y comprensiva, mientras que Rachel parecía irracional y demasiado emocional.
En cualquier otro momento, Rachel le habría respondido con unas palabras duras solo para desahogar su frustración.
Pero esta no era una situación cualquiera. La vida de Natalia estaba en juego. Y lo que era peor, Rachel sabía que había sido Tracy quien había empujado a Natalia. Ahora no había lugar para la moderación.
«¿En serio? Ya que eres tan generosa, ¿por qué no le haces compañía en la piscina?».
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