El requiem de un corazón roto - Capítulo 424
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Capítulo 424:
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—No me lo creo. Brian debe sentir algo por mí. Sé que es así. —Inspiró profundamente, con determinación en los ojos—. Esta es mi última oportunidad. Si pierdo esta vez, lo juro, pasaré página.
Sin decir nada más, Natalia se dio la vuelta y se marchó.
Rachel parpadeó, momentáneamente atónita, pensando que estaba a punto de confesarle sus sentimientos de nuevo.
Pensó que si Brian podía hacer que Natalia se rindiera, sería lo mejor.
Nunca habían estado destinados a estar juntos, y si Natalia se interponía entre él y Tracy, solo acabaría sufriendo más.
Retirarse antes de que fuera demasiado tarde, antes de perderse por completo, sería lo más sensato que Rachel podía hacer.
Sin embargo, sintió un nudo en el estómago al recordar las palabras de Natalia.
«¿Le gusta tanto Tracy? ¿Tanto que nada más importa? ¿Que puede ignorarlo todo?».
Un escalofrío recorrió la espalda de Rachel. Algo no estaba bien.
Sin dudarlo, se dio la vuelta y echó a correr en busca de Natalia.
Pero cuando la encontró, ya era demasiado tarde.
Junto a la gran piscina, Natalia estaba rígida, con la mano agarrando un cuchillo, la hoja presionada contra el cuello de Tracy.
El acero brillaba bajo las luces, frío y despiadado.
Tenía el pelo enredado, el rostro surcado por lágrimas secas y los ojos hinchados ardían con una desesperación cruda.
—Brian, me rechazaste por ella, ¿verdad? —Su voz era inestable, temblando al borde de la locura.
—Natalia, cálmate.
—¡Solo dilo, sí o no! —Natalia apretó con más fuerza, todo su cuerpo temblaba mientras se tambaleaba al borde de un colapso.
—No tiene nada que ver con ella. Natalia, escúchame. Baja el cuchillo. A pesar de la gravedad del momento, Brian se mantuvo sereno, con voz firme.
—¡No! —Natalia contuvo el aliento, su pecho subía y bajaba de forma errática.
—¡Estás mintiendo, intentas engañarme!
En su angustia, su mano temblaba violentamente, haciendo que el cuchillo se tambaleara. La hoja estaba afilada como una navaja y el más mínimo movimiento dejaba una fina línea carmesí en el cuello de Tracy.
Una mancha de sangre apareció en su pálida piel, cruda y discordante bajo las luces intensas.
El rostro de Brian se oscureció en un instante y sus ojos se volvieron afilados y amenazantes. —Te lo diré una vez más: baja el cuchillo. No hagas nada de lo que te arrepentirás.
Natalia soltó una risa hueca y curvó los labios como si lo desafiara. —¿Y si no lo hago?
—Si le haces daño, no lo dejaré pasar. La voz de Brian era mortalmente tranquila, cada palabra tenía un tono gélido. —Aunque seas una Carpenter, no serás una excepción.
Un escalofrío recorrió el aire.
—Bien. Veamos qué vas a hacer.
Con un movimiento repentino y temerario, Natalia se abalanzó hacia delante. Rachel se abrió paso entre la multitud, alzando la voz con desesperación. —Natalia, no…
Pero ya era demasiado tarde.
Brian reaccionó al instante, lanzándose hacia delante y tratando de alcanzar el cuchillo que Natalia empuñaba.
La voz de Tracy temblaba de miedo mientras gritaba: «¡Brian, ayúdame!».
«¡Atrás!». La voz de Natalia estaba cargada de desesperación mientras miraba al hombre que ahora se encontraba a pocos centímetros de ella.
Pero Brian no se detuvo. Sin pensarlo dos veces, agarró la hoja. El filo le cortó la palma de la mano y la sangre brotó, manchándole el brazo en segundos.
Ignorando el dolor, utilizó la otra mano para tirar de Tracy hacia atrás y protegerla.
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