El requiem de un corazón roto - Capítulo 419
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Capítulo 419:
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Brian le puso una mano en el hombro y le dio una palmadita.
Al principio, iba a apartarse y decirle que se acostara temprano, pero cuando su mirada se posó en Rachel, cambió de opinión.
Por un breve instante, se preguntó: ¿se daría la vuelta? ¿Le importaba?
—¿Qué quieres para desayunar mañana? Haré que alguien te lo prepare —preguntó Brian, desviando la conversación.
Natalia sonrió, con los ojos brillantes de emoción. —Lo que tú quieras, me encantará.
Rachel vio su reflejo en el gran espejo al otro lado de la habitación. Seguían abrazados.
No podía negarlo: parecían encajar a la perfección. La pequeña figura de Natalia parecía aún más delicada en los brazos de Brian, mientras que su imponente figura la envolvía sin esfuerzo.
Mientras continuaba la conversación, Rachel se dio cuenta de que no podía soportarlo más. Sin decir nada, se dio la vuelta y se dirigió al baño. Se echó agua fría en la cara, dejando que el frío la despertara.
No salió hasta que las voces se desvanecieron y Brian se marchó.
En cuanto Rachel salió, Natalia se abalanzó sobre ella, prácticamente radiante de emoción. —Rachel, eres mi amuleto de la suerte. Después de todos estos años, es la primera vez que Brian se ha acercado tanto a mí. Incluso me ha dejado abrazarlo. Estoy tan feliz que no voy a poder dormir esta noche. Dime, ¿qué debo hacer ahora?
Al ver a Natalia tan emocionada que apenas podía contenerse, Rachel se acercó y le dio un pellizco juguetón en la mejilla.
—Creo que lo mejor que puedes hacer ahora es darte un baño y dormir un poco.
—¡Ni hablar! Quiero disfrutar de esta sensación un poco más.
—¿Seguro que quieres ir mañana a la fiesta con cara de cansada? Eso hizo que Natalia se lo pensara mejor. —Oh, tienes razón. Debería acostarme temprano. Media hora más tarde, Natalia ya estaba profundamente dormida en su habitación.
Mientras tanto, Rachel yacía despierta, contemplando la luna a través de la ventana. Tras un largo momento de reflexión, se puso una bata y llamó a la puerta de Brian.
Brian abrió la puerta con expresión impenetrable. —¿Qué haces aquí?
Rachel esbozó una sonrisa débil y amarga, pero no respondió.
—Es medianoche y estás delante de la habitación de un hombre en camisón. ¿Qué crees que pensará la gente? —Típico de Brian.
Si quería, siempre podía tergiversar las cosas para ponerla en una situación incómoda.
—No pensé en eso. Solo necesito hablar contigo sobre algo. ¿Puedo pasar?
—¿Qué pasa?
Brian se apoyó con indiferencia en el marco de la puerta, sin parecer en absoluto molesto.
En ese momento, se oyó un fuerte golpe en la puerta, como si fuera alguien borracho. Rachel dudó antes de preguntar: —¿Puedo pasar? Será más fácil hablar.
Brian sonrió con aire burlón. —Dilo aquí. ¿O es algo que no se puede decir en público?
Era evidente que estaba siendo sarcástico solo para ponerle las cosas difíciles.
Rachel respiró hondo y habló con sincera tranquilidad. —A Natalia le gustas mucho. Aunque proviene de una familia poderosa, es una buena persona en el fondo. Sé que tu corazón pertenece a Tracy. Pero si no tienes intención de estar con Natalia, es mejor no darle falsas esperanzas y evitar que sufra más adelante.
Brian soltó una risa burlona. «¿Ah, sí? Eres muy considerada con sus sentimientos, pero ¿y los tuyos? ¿A ella le importan los tuyos?». El sarcasmo en su voz era inconfundible.
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