El requiem de un corazón roto - Capítulo 394
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 394:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Rachel, al notar su inquietud, suavizó el tono.
—Elsa, no hay por qué ponerse tan nerviosa. Di lo que tengas en mente. Y, sinceramente, tengo curiosidad, ¿qué le ha pasado a Myrna? ¿Cómo se ha puesto tan enferma de repente?
Ante el tono amable de Rachel, Elsa pareció relajarse un poco. Sus labios temblaron mientras luchaba por encontrar las palabras adecuadas. Finalmente, habló con voz frágil pero clara.
—Rachel, la verdad es que… Myrna está en la fase terminal de un cáncer de mama. Ya se le ha extendido al hígado.
Las palabras golpearon a Rachel como un trueno, dejándola sin aliento por un momento. Una pesada carga sofocante pareció oprimirle el pecho, dificultándole el pensamiento.
—¿Cómo… cómo ha podido pasar? —preguntó Rachel con voz temblorosa.
Quizás pensando en sus propias dificultades, su corazón se llenó de una profunda y empática tristeza.
—¿Cuándo empezó?
El rostro de Elsa estaba cargado de dolor.
—Ocurrió a principios de este año. Cuando Myrna se enteró, ya era demasiado tarde.
Rachel frunció el ceño, confundida.
—Pero he oído que la tasa de supervivencia del cáncer de mama es relativamente alta. ¿Cómo ha podido empeorar tanto?
Elsa asintió con expresión sombría.
—Es cierto, pero Myrna tiene el tipo más agresivo e incurable. La enfermedad se extendió rápidamente. Después de años de duro trabajo con Huey Dury, finalmente compraron una casa y se establecieron aquí. Pero los costos del tratamiento los han arruinado. Ella está bajo mucha presión, no quiere ser una carga para él, y su depresión constante solo ha empeorado las cosas.
Rachel suspiró profundamente, con el corazón apesadumbrado. La vida era impredecible, llena de giros que nadie podía prever. Nadie sabía qué vendría primero: el mañana o una tragedia inesperada.
Eso le recordaba su propia situación. Si no hubiera tenido los resultados de las pruebas delante de sus ojos, no habría creído que Myrna tuviera una enfermedad terminal. A veces, al despertarse por la mañana, sentía que todo era una broma cruel que le estaba gastando el destino. Pero en cuanto se levantaba y se enfrentaba al día, la ilusión se desvanecía.
Una y otra vez, se veía obligada a enfrentarse a la dura realidad: no era una broma. Era su vida, una verdad inmutable que no tenía más remedio que aceptar.
Durante mucho tiempo, creyó que era la más desafortunada. Pero ahora, al enterarse de lo de Myrna, no estaba tan segura. ¿Quién estaba peor, ella o Myrna? Era imposible decirlo.
Sin embargo, intuía que Elsa no había acudido a ella solo para hablarle de la enfermedad de Myrna. Si tuviera que adivinar, diría que Elsa necesitaba su ayuda para algo. Pero, dado que su amistad en la universidad había sido más bien normal, era probable que Elsa dudara en pedírselo por miedo al rechazo.
Pensando en las dificultades de Myrna y en su pasado común, Rachel sintió una punzada de compasión. Al mismo tiempo, no podía ignorar la petición tácita que se escondía tras la vacilación de Elsa.
Rachel miró a Elsa a los ojos y habló con suavidad, rompiendo el silencio.
—Elsa, si necesitas mi ayuda, solo tienes que decirlo. Haré lo que pueda.
.
.
.