El requiem de un corazón roto - Capítulo 385
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Capítulo 385:
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Sin embargo, recordando la última vez que habían actuado como pareja, se contuvo.
Así que permaneció en silencio.
Su silencio lo dijo todo a Brian, sugiriendo implicaciones más profundas.
«¿De verdad estás con él? ¿No es solo una estratagema para molestarme?». La expresión de Brian cambió por completo y su voz se volvió frágil, como la de un niño herido.
Al verlo así, Rachel sintió un pinchazo en el pecho.
Su corazón se ablandó hacia él, incapaz de soportar verlo sufrir o angustiado.
La tensión en la cocina se intensificó y Rachel se humedeció los labios nerviosamente.
«No estamos juntos oficialmente, pero Andrés tiene todas las cualidades que busco en una pareja, lo que hace que el futuro con él sea bastante prometedor».
«¿Eso incluye casarte con él y formar una familia?».
«Sí. Tiene mucho encanto y se comporta como un auténtico caballero, cualidades de un buen marido, ¿no crees?», respondió Rachel con confianza.
Brian apretó los puños. «¡Repite eso!».
«Andrés tiene madera de excelente marido».
«¿Te estás refiriendo a él como tu futuro marido?», Brian estaba a punto de perder los nervios.
Rachel se quedó en silencio, sin saber cómo continuar.
—¿Por qué no dices nada? ¿Eso significa que estás de acuerdo? —insistió Brian.
—No sé qué decir.
—Entonces no hablemos de él. Hablemos de mí.
—¿Y tú qué?
Brian se inclinó ligeramente y apoyó la cabeza en su hombro. —He bebido demasiado esta noche. Estoy un poco borracho.
Rachel no le creyó.
Su tolerancia al alcohol era bien conocida, y no había bebido lo suficiente esa noche como para estar borracho.
Si realmente estaba borracho, no tenía por qué venir a buscarla. A lo largo de los años, había adquirido la costumbre de exagerar sus debilidades para ganarse su simpatía.
Conocía bien su compasión y explotaba su supuesta embriaguez como una táctica repetida.
Al ver que Rachel seguía indiferente, Brian bajó aún más el tono. Su expresión era la de un cachorro abandonado mientras la miraba. —¿De verdad vas a dejar de preocuparte por mí?
Rachel cerró los ojos, actuando como si Brian ni siquiera estuviera allí.
Sin desanimarse, Brian apoyó la cabeza en el hombro de ella y se acercó más. Su aliento, cálido y provocador, le hacía cosquillas en la oreja mientras intentaba romper su resistencia.
Pero Rachel no tenía intención de caer en su juego esta vez.
—Quítate. —Su voz se tornó amenazante mientras extendía la mano para empujarlo.
—Estoy muy borracho. No me sostienen las piernas. Déjame quedarme así un poco más —murmuró Brian, con tono lastimero.
—Entonces apóyate en el sofá, o mejor aún, vete a casa y duerme en tu propia cama.
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