El requiem de un corazón roto - Capítulo 378
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 378:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
«Yvonne, te juro que cada vez cocinas mejor». La voz de Rachel estaba llena de admiración mientras saboreaba otro bocado.
Jeffrey intervino alegremente: «¡Sí, Yvonne! ¡Tu comida es increíble! ¡He comido muchísimo en el almuerzo!».
Los ojos de Yvonne brillaron con picardía mientras bromeaba: «Entonces, Jeffrey, ¿de quién te gusta más la cocina, de la mía o de la de tu hermana?».
«Son diferentes», dijo él, inclinando la cabeza pensativo.
«¿Ah, sí? ¿En qué se diferencian?», insistió Yvonne con curiosidad.
«Cuando cocinas para mí, me siento muy feliz… pero sobre todo agradecido. Sin embargo, cuando cocina mi hermana, me entristece porque veo lo mucho que se esfuerza y no quiero que se canse».
Las palabras de Jeffrey derritieron los corazones de Yvonne y Rachel.
Rachel inmediatamente tomó su mano y se la apretó con ternura.
«Jeffrey, me encanta cocinar para ti. No me cansa en absoluto». Su voz era cálida, llena de sinceridad. —No necesito nada a cambio, solo tenerte aquí conmigo es suficiente.
Jeffrey asintió con la cabeza y, de repente, recordó algo. Su expresión se volvió curiosa.
—Rachel, esta vez estuviste muy enferma… ¿Por qué no vino tu novio a verte?
La mención de Brian provocó un silencio repentino entre Rachel e Yvonne.
—Es bastante…
Antes de que Rachel pudiera terminar, Yvonne la interrumpió: —¿Te refieres a Brian White?
—Sí, ¿no es el único novio que tiene mi hermana? ¿O puede que haya más? —intervino Jeffrey con una sonrisa.
Tanto Rachel como Yvonne se quedaron desconcertadas, sin saber qué decir.
—¿Cuándo va a venir? Echo de menos verlo por aquí —preguntó Jeffrey.
—Por ahora no va a venir —respondió Rachel.
«¿Por qué no?
Mientras Rachel dudaba, Yvonne se apresuró a intervenir: «Le mordió un perro».
«¿Qué?», preguntó Jeffrey, incrédulo.
Miró a Rachel en busca de una explicación. «¿Le mordió un perro? Pero si trabaja en un rascacielos, ¿cómo ha podido pasar?».
Yvonne le guiñó un ojo a Rachel.
Consciente de que debía seguirle el juego, Rachel se inventó una historia. —Sí, hubo un altercado en la oficina. Alguien trajo un perro a propósito y, en medio del caos, le mordió.
—Qué mala suerte —expresó Jeffrey con simpatía.
Más tarde, después de descansar, Rachel se sorprendió al recibir una llamada de Andrés.
«¡Sr. Garrett, cuánto tiempo!».
Intentando no parecer débil, Rachel ajustó su postura.
«Sí, mucho tiempo. ¿Va todo bien?».
«Es un problema menor, pero en unos días estaré recuperado y de vuelta al trabajo».
«Me alegro de oírlo. Estoy deseando que me invites a comer».
.
.
.