El requiem de un corazón roto - Capítulo 313
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Capítulo 313:
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Preocupada, Tracy se volvió hacia el médico y le preguntó: «¿Está bien? ¿Necesita una inyección?».
El médico se mantuvo paciente. «No es necesario. Está en buen estado de salud. Le recetaré algún medicamento. Una vez que lo tome y se le pase el alcohol, se despertará».
«De acuerdo, traiga la medicina rápidamente», le instó ella.
En diez minutos, Tracy ya había ayudado a Brian a tomar la medicación recetada.
Por la mañana, Brian abrió los ojos y su mente se fue aclarando poco a poco. Cuando se despertó, vio a Tracy dormida con la cabeza apoyada en su cama. Al ver el cielo brillante, supo que la noche había terminado.
Se quedó en silencio, sin querer despertar a Tracy. Pero ella se movió al menor movimiento y se frotó los ojos somnolientos antes de que se iluminaran con emoción. —¡Por fin te has despertado! —exclamó. Abrumada por el alivio, se abrazó a él.
Brian se quedó paralizado por un momento antes de apartarla suavemente. —Déjame primero.
Tracy lo soltó y sonrió. —Anoche estabas hecho un desastre. ¡Estaba muerta de miedo!
¿Anoche? Frunció el ceño. Al mencionarlo, le vinieron un montón de recuerdos. Recordó haber jugado a «Verdad o reto», haber bebido demasiado y haber estado bajo la lluvia… Poco a poco, todo volvió a su mente.
—¿Por qué estoy en un hospital? Y tú… ¿por qué estás aquí? —Su voz sonaba ronca.
Tracy dudó, mordiéndose el labio mientras fingía estar apenada. —Brian, te lo diré, pero prométeme que no te enfadarás. Él asintió ligeramente, indicándole que continuara.
Tracy hizo una pausa, alargando el suspense. —Bueno… fue Rachel quien me pidió que te recogiera.
La actitud de Brian se enfrió al instante. Un frío palpable lo rodeó mientras miraba fijamente a Tracy.
—Tracy, mírame directamente y repite lo que has dicho. ¿Es verdad? —exigió, con una voz que rompió el silencio.
Tracy asintió con los ojos muy abiertos y una inocencia calculada. —Brian, ¿no confías en mi palabra? —preguntó, mordiéndose deliberadamente el labio para transmitir dolor.
Rápidamente sacó su teléfono y le mostró el registro de llamadas a Brian.
«Aunque sospeches que me lo estoy inventando, las pruebas hablan por sí solas». Al ver el nombre de Rachel en la pantalla, Brian sintió una punzada de incredulidad.
Tracy, al darse cuenta de que su estrategia estaba funcionando, siguió presionando. «Cuando llegué, llovía a cántaros y tú estabas completamente empapado. Vi un paraguas abandonado cerca. Rachel te lo trajo, ¿verdad? Ella sigue preocupándose por ti».
Esas palabras calculadas intensificaron la angustia de Brian, sobre todo al recordar que había sido un guardia de seguridad, y no Rachel, quien le había dado el paraguas. Debido a su delicado estado de salud, Brian había permanecido ingresado en el hospital durante dos días.
Durante todo ese tiempo, Tracy se mostró excepcionalmente atenta y se ocupó de todo con meticulosidad. Lo que más le satisfacía era que Brian aceptara su ayuda.
El primer día que Rachel volvió al trabajo, una reunión ejecutiva que estaba prevista se canceló de repente.
Mientras reflexionaba sobre el motivo, Samira entró con una noticia. «Rachel, he oído que el Sr. White ha enfermado, por lo que se han pospuesto todas las citas de los próximos días».
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