El requiem de un corazón roto - Capítulo 1174
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Capítulo 1174:
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El día de su partida, hizo las maletas temprano y se dirigió a la entrada de la empresa para reunirse con su equipo.
Justo antes de subir al autobús, envió un mensaje rápido a Norton para avisarle de que se marchaba.
De vuelta en la sala de conferencias, el jefe de departamento recitaba nerviosamente un informe.
A la cabecera de la mesa, Norton estaba sentado con un ligero fruncimiento entre las cejas, distraído mientras la presentación se alargaba.
Bajó la vista hacia su teléfono, donde el mensaje de Yvonne brillaba suavemente en la pantalla. Un suspiro silencioso se le escapó. Anhelaba estar a su lado, pero el deber lo mantenía firmemente en su lugar.
Escribió una respuesta: «Cuídate y mantente a salvo». Luego envió rápidamente un mensaje a Leif, indicándole que vigilara de cerca el paradero de Yvonne.
Al llegar a la montaña nevada, Yvonne y su equipo se pusieron inmediatamente manos a la obra con su agenda, cargados con el equipo fotográfico. Pasaron los siguientes días recorriendo senderos helados, buscando los ángulos perfectos y capturando imágenes impresionantes. Todo avanzaba sin problemas y la expectación por el lanzamiento de la revista era enorme entre el equipo.
En la cima de la montaña, Yvonne guió al grupo a través de la espesa nieve, jadeando por el esfuerzo de la subida. Miró hacia atrás al guía, sin aliento, y a sus colegas, igualmente agotados, y una risa se le escapó de los labios.
«Empecemos a disparar», dijo Yvonne, con la mirada fija en el paisaje nevado que tenía delante.
Sus compañeros asintieron rápidamente y se pusieron en marcha, dispersándose para preparar su equipo.
Yvonne respiró hondo, estabilizó las manos y levantó la cámara para empezar a disparar. Este encargo no era solo otro trabajo, era su forma de recuperar el equilibrio y encontrar la paz interior.
El peso del pasado había permanecido demasiado tiempo, pero al contemplar la ladera virgen y cubierta de nieve, sintió que la tensión se aliviaba y su espíritu se calmaba por fin.
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Una vez capturada la última serie de imágenes, Yvonne y el equipo comenzaron a descender juntos de la montaña.
Sus compañeros se animaron con entusiasmo. «¡Por fin hemos terminado! ¡Ya podemos irnos a casa!», exclamó Margie, casi saltando de alegría.
El resto se unió a ella, y sus risas y charlas llenaron el aire frío de calidez. Yvonne se sorprendió sonriendo ante la alegría que la rodeaba, pero la mención de «casa» le provocó una punzada en lo más profundo de su pecho.
No pudo evitar preguntarse si Norton había estado pensando en ella durante el tiempo que habían estado separados.
Sin previo aviso, el cielo se oscureció cuando unas nubes espesas taparon el sol y comenzaron a caer copos de nieve. El guía puso cara seria mientras miraba hacia arriba. «¡Se acerca una tormenta de nieve! ¡Moveos rápido!», gritó.
Yvonne miró hacia el cielo cambiante y su expresión se volvió solemne. Gritó por encima del viento creciente: «¡Todos, rápido!».
Todos aceleraron el paso, bajando apresuradamente por la montaña. En medio del caos, Margie tropezó y cayó, hundiéndose en la fría nieve. Yvonne se adelantó, buscando con la mirada a cada uno de sus compañeros entre la ventisca. Al ver a Margie tendida en la nieve, con el pánico reflejado en el rostro, Yvonne corrió hacia ella y la levantó con manos firmes.
«Vamos», le dijo con suavidad, manteniendo un ritmo constante mientras ayudaba a Margie a avanzar.
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