El requiem de un corazón roto - Capítulo 1169
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Capítulo 1169:
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Apretó el dobladillo de la camiseta, con una mezcla de emociones: alivio, gratitud y algo más profundo, algo parecido al asombro.
¿Norton había hecho eso? Lo había arreglado todo y no había dicho ni una palabra. Quizás, después de todo, era hora de bajar la guardia… y confiar en él.
Norton la miró, frunciendo el ceño ante su expresión.
—Desayuna, Yvonne —le dijo.
Se detuvo, desconcertado por el sutil cambio en su rostro, una emoción que brillaba en sus ojos y que no lograba identificar. Sin embargo, cuando ella le sonrió, él le devolvió una tierna sonrisa y le recordó en silencio lo que ella había olvidado por un momento.
Yvonne asintió con la cabeza y dejó el tenedor con un suave tintineo.
Norton la miró, desconcertado.
Sus pies la llevaron hacia él antes de que pudiera pensarlo demasiado. Tras dudar solo un instante, lo rodeó con los brazos en un abrazo breve y apasionado. Su calor la tranquilizó y, con la misma rapidez, se apartó, con las mejillas sonrojadas.
«Ya terminé de comer», murmuró. «Me voy a subir».
Norton la observó retirarse, y una sonrisa se escapó de sus labios.
«Qué tímida», dijo a la cocina vacía, sacudiendo la cabeza con una sonrisa cariñosa.
Mientras Yvonne había estado descansando estos últimos días, Norton no había estado ocioso.
Había encargado a Leif que investigara el acoso online que Yvonne había sufrido por culpa de Alexis y Katrina.
Leif, siempre minucioso, había pasado horas desentrañando la verdad. Ahora estaba de pie en la puerta de Norton, con una carpeta con los resultados bajo el brazo.
Dentro, Norton e Yvonne estaban acurrucados en el sofá, viendo una comedia en la televisión.
Yvonne se apoyaba en el pecho de Norton, con las piernas recogidas debajo de ella. Él pinchó un trozo de manzana en la bandeja de fruta y se lo ofreció con una sonrisa juguetona. Ella lo tomó, y la calidez del momento los envolvió como una manta.
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Leif entró en…
La habitación detrás de Zola. Una sonrisa cómplice se dibujó en los labios de Leif al ver a Norton e Yvonne, cuya broma juguetona caldeaba el ambiente.
Norton levantó la vista de la bandeja que sostenía sobre las rodillas. La dejó a un lado con un tintineo y frunció el ceño.
—¿Qué pasa, Leif?
La expresión de Leif se volvió seria al mirar a Yvonne, dudando un instante.
—Se trata del asunto de la señora Burke, a quien han tendido una trampa.
Yvonne, recostada en el sofá, no tenía intención de escuchar. Pero al oír su nombre, su atención se centró de nuevo en la conversación.
Leif miró a Norton directamente a los ojos, con voz firme.
—Señor Burke, nuestra gente ha descubierto la verdad. Shelly Tucker lo ha orquestado todo.
A Yvonne se le escapó una suave burla antes de poder evitarlo. Shelly. Por supuesto.
El rostro de Norton se ensombreció y apretó la mandíbula. Hizo un gesto con la mano, instando a Leif a continuar.
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