El requiem de un corazón roto - Capítulo 1150
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Capítulo 1150:
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Sin darse cuenta de la tormenta que se avecinaba a sus espaldas, Yvonne se limitó a comentar a Norton que los pendientes combinaban con el tono verde de su vestido. Norton, siempre indulgente, asintió y pujó sin pensarlo dos veces.
Tras unas cuantas pujas más sin entusiasmo por otros artículos, la pareja se retiró temprano de la subasta, con la risa de Yvonne resonando a sus espaldas. La existencia de Shelly apenas tenía importancia para Yvonne.
Pero Shelly estaba consumida por el odio. El rostro de Yvonne la perseguía, alimentando planes de venganza que no encontraban salida. Mientras tanto, su carrera le ponía los nervios de punta. La presión aumentaba, dejándola irritable y desquiciada.
—Señorita Tucker, ¿qué le pasa hoy? —suspiró el fotógrafo, bajando la cámara tras otra foto fallida—. Parece ausente. Intentémoslo de nuevo.
Shelly se agarró al borde de la silla que le servía de atrezo y se obligó a concentrarse. Sus ojos se desviaron hacia el otro lado del estudio, hacia Jillian Evans, cuyos movimientos elegantes y sonrisa radiante dominaban el plató vecino.
La estrella de Jillian estaba en ascenso, eclipsando la de Shelly.
Darse cuenta de ello la atormentaba y aumentaba su ansiedad.
Tras varios intentos fallidos, el fotógrafo levantó las manos. —Señorita Tucker, vamos a dar por terminado el día. Podemos volver a programarlo.
Derrotada, Shelly recogió sus cosas y salió del estudio.
Al salir, se dio cuenta de que Jillian ya se había ido, su sesión ya había terminado. La frustración se apoderó de Shelly mientras se dirigía al hotel, con los tacones resonando con fuerza contra el pavimento.
En la entrada del hotel, una figura familiar le llamó la atención.
La curiosidad la invadió y aminoró el paso, siguiéndolos discretamente. Era Jillian, del brazo de un hombre cuyo rostro le resultaba familiar.
Los siguió hasta los ascensores y se escondió detrás de una columna de mármol justo cuando las puertas empezaban a cerrarse. Lo que vio a continuación le dejó sin aliento.
Dentro del ascensor, Jillian y el hombre se besaban apasionadamente, con las manos recorriendo el cuerpo del otro con total abandono. Shelly se llevó la mano a la boca para ahogar un grito ahogado. El reconocimiento la golpeó como una descarga: era Alexis Gibson, una figura prominente de Horizon Entertainment. Pero todo el mundo sabía que Alexis estaba casada, con una mujer, el poder detrás de la empresa.
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En la industria se rumoreaba sobre su devoción por ella, y lo llamaban el marido perfecto y obediente.
La mente de Shelly se aceleró. Así que Alexis era el benefactor secreto de Jillian, financiando su meteórico ascenso. Las piezas encajaron: el repentino éxito de Jillian ahora tenía sentido.
Cuando las puertas del ascensor se cerraron, una idea malvada surgió en la mente de Shelly, un plan que podría derribar tanto a Jillian como a Yvonne de un solo golpe devastador. La euforia la invadió. No perdió tiempo y sacó su teléfono del bolso para organizar que alguien siguiera cada movimiento de Jillian. Al mismo tiempo, comenzó a planear su próximo golpe contra Yvonne, con la mente llena de astucia y ambición.
Mientras tanto, la vida de Yvonne transcurría sin esfuerzo. Su trabajo prosperaba y la atención de Norton se hacía más cálida, sus gestos más tiernos.
Yvonne había imaginado un día de descanso, acurrucada con Norton en el tranquilo murmullo de su apartamento. Pero la llamada de Margie destrozó ese plan con la fuerza de una tormenta de verano.
«¡Yvonne, no vas a creer lo que ha pasado!», gritó Margie por el teléfono, rebosante de alegría. «¡He conseguido un vale para comer gratis en Zevis! ¡Ese restaurante tan elegante del centro! ¿Quieres venir conmigo? Por favor, por favor».
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Nota de Tac-K: Pasen un excelente fin de semana queridas personitas. Dios les ama y Tac-K les quiere mucho. ヾ( ˃ᴗ˂ )◞ • *✰
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