El requiem de un corazón roto - Capítulo 1140
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 1140:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
A solo unos pasos atrás, Heidi apenas podía soportar mirar. En el momento en que Norton se refirió a Yvonne como su esposa, la golpeó como un rayo.
¿Yvonne, su esposa? Ella era en realidad la esposa de Norton.
Shelly la había empujado intencionadamente a ir tras Yvonne, sabiendo perfectamente que eso sería su perdición.
¿Y todas esas dulces promesas de ayudarla a recuperar su trabajo? No eran más que mentiras envenenadas.
Apretando con fuerza el mango de la escoba, Heidi temblaba de rabia. Sus ojos se encendieron de furia mientras siseaba entre dientes: «Shelly, me has engañado como a una tonta».
Su voz rezumaba rencor mientras lanzaba una mirada nerviosa a Norton e Yvonne, que estaban delante. Al darse cuenta de la inutilidad de su plan para seguir y sabotear a Yvonne, se rindió y se marchó.
Salió del centro comercial y regresó a su lúgubre y estrecho apartamento. Allí se derrumbó por completo, gritando el nombre de Shelly en un ataque de rabia y profiriendo todas las maldiciones que se le ocurrían mientras sus emociones se desmoronaban.
Al cabo de un momento, su furia se transformó en una sonrisa siniestra. Cogió el teléfono y marcó el número de Shelly.
—Shelly, gracias a ti, he perdido un trabajo estable y ahora la policía me persigue. Si quieres que tus secretos sigan enterrados, paga. Diez millones. Ese es el precio de mi silencio. Diez millones y desapareceré de tu vida para siempre.
—¿Diez millones? —exclamó Shelly al otro lado del teléfono—. Heidi, ¿por qué no robas un banco?
Aunque desconcertada por las repentinas exigencias de Heidi, intuyó que había algo más detrás de la amenaza. Intentando evitar que la situación se caldease, suavizó el tono de voz. —Heidi, no es que no quiera dártelo, pero yo también estoy pasando apuros.
La risa de Heidi estalló al otro lado de la línea, inquietante y salvaje. Cuando se calmó, añadió con tono amargo: «¿No es Norton Burke tu hombre? Ve a llorarle para que te dé el dinero».
¿Ya leíste esto? Solo en ɴσνє𝓁α𝓼4ƒα𝓷.c♡𝓂 con nuevas entregas
El tono burlón de su voz era evidente. Lo único que quería ahora era dinero, suficiente para desaparecer en una ciudad nueva, donde nadie la conociera.
Si Shelly se negaba a pagar, Heidi estaba dispuesta a caer luchando, y se aseguraría de que Shelly ardiera con ella.
Sentada sola en la oscuridad, los ojos de Heidi brillaban con una determinación retorcida. Su mente iba a toda velocidad, ya tramando su próximo movimiento.
Shelly dudó un momento antes de esbozar una sonrisa forzada y responder: «¿No puedes bajar un poco la cantidad? De verdad que no tengo tanto dinero».
Hizo una pausa y añadió con cautela: «¿Dónde estás ahora? ¿Por qué no vienes a verme primero?».
Heidi soltó una risa fría y aguda. «¿Quedar? ¿En serio me estás preguntando eso? Sabes que la policía me está buscando, ¿no?».
—Vaya… no lo había pensado —respondió Shelly rápidamente, con tono apologético, aunque su mente trabajaba a toda velocidad. Por supuesto que lo sabía. Por eso precisamente necesitaba saber dónde estaba Heidi.
Heidi no le dio oportunidad de decir nada más. —Cinco millones. Ni un centavo menos —espetó—. Si el dinero no está en mi cuenta al final de la semana, lo contaré todo. A ver cuánto dura tu preciada carrera después de eso. Y así, sin más, terminó la llamada.
Shelly se quedó mirando su teléfono con incredulidad, furiosa. Increíble. Heidi había fastidiado todas las tareas que le habían encomendado y ahora tenía el descaro de dar la vuelta y chantajearla.
.
.
.