El requiem de un corazón roto - Capítulo 1109
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Capítulo 1109:
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Norton nunca la había mirado así.
Forzando una sonrisa, se volvió hacia Stewart, inclinando la cabeza para acentuar la elegante curva de su cuello.
—Sr. Carter, ¿qué quiere decir? —Su voz rezumaba encanto meloso, una seducción calculada.
Stewart la rodeó con el brazo y volvió a acariciarla.
Shelly le agarró la muñeca con firmeza. —El señor Burke sigue aquí. —Lanzó una mirada a Norton, que estaba absorto en la conversación, ajeno a todo.
Suavizando el tono, se inclinó hacia él y le rozó el pecho con los dedos. —Dímelo ahora y quizá después de la gala podamos hablar de… otras cosas.
Sus palabras eran una trampa de terciopelo y Stewart, como era de esperar, cayó en ella. La soltó y se inclinó para susurrar: —Se dice que Norton y su esposa tienen un matrimonio de conveniencia. No hay amor entre ellos.
Shelly se sintió aliviada y exhaló silenciosamente. Aún había una oportunidad. No había perdido a Norton. Él nunca podría amar a alguien como Yvonne. Solo le pertenecía a ella.
Con una sonrisa rápida y desdeñosa, Shelly se deshizo de Stewart y lo envió de vuelta entre la multitud. Cogió una copa de champán nueva y saboreó su sabor ácido, mientras una sonrisa astuta se dibujaba en sus labios.
Su mirada se posó en Yvonne, al otro lado de la sala, y un resoplido frío se le escapó. —Disfruta del momento, Yvonne. A Norton ni siquiera le importas. El evento bullía de vida, los invitados se agolpaban alrededor de Norton como abejas alrededor de la miel.
Yvonne, observando cómo la marea de admiradores lo envolvía, dejó escapar un suspiro de cansancio. Ya había superado una serie de conversaciones triviales, ¿no podría robarse un momento de respiro?
Como si adivinara sus pensamientos, Norton se inclinó hacia ella y le susurró al oído: «Quédate aquí y espérame», antes de alejarse para saludar a la multitud.
Los hombros de Yvonne se relajaron y exhaló un suspiro de alivio.
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La mirada de Shelly siguió a Norton mientras se alejaba, abandonando a Yvonne sin una segunda mirada. Una amarga certeza se instaló en su estómago: Stewart no había exagerado. Norton era completamente indiferente hacia Yvonne. Shelly se acercó, su paso seguro abriéndose paso entre la multitud como una espada.
Yvonne frunció el ceño, con los instintos en alerta. Aunque no sentía miedo hacia Shelly y consideraba ridículas sus mezquinas intrigas, la mera presencia de aquella mujer le ponía los nervios de punta. Se preguntó qué tontería estaría tramando Shelly ahora, y apretó los dedos alrededor de la copa de champán.
Los ojos de Shelly brillaban con una certeza presumida mientras acortaba la distancia. Yvonne bebió un sorbo de su copa, con expresión de frío desdén, aunque una chispa de curiosidad se agitaba en su interior.
Mirando a Norton, que reía con un invitado cercano, dejó que una leve sonrisa se dibujara en sus labios.
Dejaría que Shelly jugara sus jueguecitos. Adoptó un aire de indiferencia divertida, como si esperara una actuación destinada al fracaso.
—Sé tu secreto —declaró Shelly, con voz rebosante de triunfo. Yvonne arqueó una ceja e inclinó ligeramente la cabeza. Sus ojos se posaron en Shelly, llenos de tranquila curiosidad.
Los dedos de Shelly se aferraron al tallo de su copa de champán.
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