El requiem de un corazón roto - Capítulo 1061
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Capítulo 1061:
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Hábilmente esquivó el camarón.
«Ya he tenido suficiente». Dicho esto, se dirigió rápidamente escaleras arriba, deseosa de evitar pasar más tiempo en presencia de Norton.
Al ver el camarón que había quedado en su plato, el rostro de Norton era una mezcla de decepción y resignación.
Al llegar a su habitación, Yvonne se puso inmediatamente a trabajar en su investigación. Estaba decidida a comprender a fondo los matices de The Wilderness para desarrollar estrategias eficaces para su próxima propuesta, con el objetivo de consolidar su posición profesional.
Pero cuando encendió el portátil y comenzó su análisis, unos golpes en la puerta interrumpieron su concentración.
«Abre», dijo Norton con calma desde el otro lado.
Sin molestarse en responder, se concentró en la pantalla del ordenador. No había cerrado la puerta con llave; él podía entrar con su llave si quería. Subió el volumen de la música y se dejó envolver por ella, ahogando el mundo con los auriculares bien ajustados. Justo afuera, Norton volvió a llamar, insistente.
«Si no abres, usaré mi llave», dijo con tono urgente. Al no obtener respuesta, giró la manija con cautela y, para su sorpresa, la puerta no estaba cerrada con llave.
Al entrar, vio a Yvonne profundamente absorta, con los auriculares puestos. Con un gesto suave, se los quitó, dejando al descubierto una sonrisa curiosa.
«La música se ha convertido en tu refugio, ¿verdad?», le preguntó.
«Hay muchas cosas de mí que no sabes», respondió ella, lanzándole una breve mirada. Entonces, sus ojos se posaron en la sopa que él tenía en las manos y se le encogió el corazón.
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«¿Por qué tengo que seguir con esta sopa?», replicó con tono cansado. Últimamente, habían dejado de comunicarse y ella esperaba que eso pusiera fin a su rutina diaria. Sin embargo, Zola, su dedicada ama de llaves, era implacable e insistía en que tomara la sopa con regularidad.
Cada vez que se le preguntaba, Zola citaba las órdenes de Norton o expresaba su temor a que él se enfadara.
¡Yvonne estaba harta de la sopa!
«Unos sorbos no te harán daño; es por tu bienestar, para mantenerte fuerte», respondió Norton, colocando el cuenco delante de ella mientras sus ojos escaneaban con curiosidad la pantalla de su ordenador portátil.
«¿Explorando la naturaleza?», preguntó, levantando una ceja con sorpresa.
«¿Ahora también controlas mi trabajo?», preguntó Yvonne, bebiéndose rápidamente la sopa, con evidente fastidio.
«Avísame si necesitas ayuda», dijo Norton mientras recogía el plato vacío y salía de la habitación. Yvonne se quedó desconcertada por su repentina oferta.
Su intento de concentrarse en su investigación resultó inútil, ya que sus pensamientos se desviaron. ¿Se podía confiar realmente en Norton? ¿Era lo suficientemente fiable?
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