El requiem de un corazón roto - Capítulo 1058
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Capítulo 1058:
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Encendió su ordenador portátil y se sumergió de nuevo en su trabajo.
Al poco tiempo, llegó la hora de salir. Malvina salió corriendo por la puerta.
Bajó corriendo las escaleras; tenía planes de reunirse con Heidi en la cafetería que había debajo de la oficina.
Cuando llegó, Heidi ya estaba sentada.
—¿Querías hablar de Yvonne? Adelante —dijo Malvina sin rodeos y sin mostrar ningún afecto.
«Ese puesto debería haber sido tuyo después de que yo me fuera. ¿No quieres recuperar lo que te pertenece de Yvonne?». Heidi dio un sorbo a su café y sonrió mientras hablaba.
La propuesta era sin duda tentadora para Malvina.
Pero por muy tentadora que pareciera, Malvina se dio cuenta de que debía andar con cuidado.
Bebió otro sorbo de café y preguntó: «¿Qué quieres que haga exactamente? ¿Y por qué debería confiar en ti?».
Heidi esbozó una leve sonrisa. —Porque estoy en el equipo de la señorita Tucker. Ya sabes quién la apoya, no hace falta que te lo explique. Por ahora, no tienes que hacer nada. Solo vigila a Yvonne por mí y avísame si ocurre algo importante.
Tras reflexionar un momento, Malvina informó a Heidi sobre la empresa que se había hecho cargo del proyecto The Wilderness, dando a entender que estaba de acuerdo con el plan.
Heidi levantó la taza, con una expresión de satisfacción en el rostro. —Por nuestra colaboración. Ojalá ambas consigamos lo que queremos.
Yvonne estaba sentada junto a Norton, con la mirada perdida en el paisaje borroso que se veía por la ventana. Su mente repasaba los acontecimientos recientes.
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Al salir de la oficina, se fijó en el coche de Norton aparcado enfrente. Instintivamente, pensó en ignorarlo y llamar discretamente a un taxi.
Antes de que pudiera acceder a su teléfono, apareció un mensaje de Norton.
«Sube al coche. Te he visto mirando hacia aquí».
Con una sensación de incomodidad, Yvonne miró hacia el coche de Norton y vio que bajaba la ventanilla, con la mirada fija en ella.
Sonó otra alerta en su teléfono. «¿Necesitas que vaya a recogerte?».
Rápidamente guardó el teléfono y se dirigió con paso apresurado hacia el vehículo.
La idea de que la vieran con Norton le preocupaba: si sus compañeros los veían, sería difícil explicar su relación.
Una vez dentro, se sentó junto a Norton.
Él se acercó a ella, lo que la llevó a empujarlo instintivamente. «¿Qué haces?».
Norton se acercó de nuevo. «¿Por qué estás tan nerviosa?». Su voz era suave y terminaba con un tono burlón que la hizo estremecerse ligeramente.
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