El requiem de un corazón roto - Capítulo 1054
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Capítulo 1054:
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Yvonne se dio cuenta, pero no dijo nada, simplemente se apartó para dejarle espacio.
Se metió unas fresas en la boca mientras veía la televisión.
Los ojos de Norton se quedaron fijos en ella, pero ella no le hizo caso. Estaba concentrada en la televisión mientras comía fruta.
Al darse cuenta de que ella no tenía ningún interés en él, Norton cogió el plato de fruta para él.
Yvonne terminó su mango y fue a por más, pero el plato estaba vacío.
Miró a Norton: él era quien sostenía el plato, con los ojos fijos en la pantalla, negándose a mirarla. Ella puso los ojos en blanco, frustrada.
Norton, sin embargo, la observaba con el rabillo del ojo, esperando a que ella dijera algo.
En lugar de eso, ella tiró el tenedor sobre la mesa con un ruido seco.
—Tú… —Empezó a decir, pero se lo pensó mejor.
Yvonne se levantó, le lanzó una rápida mirada y subió las escaleras sin decir una palabra más. No le apetecía discutir. Si él quería tanto la fruta, que se la quedara. Una vez en su habitación, empezó a prepararse para irse a la cama.
Norton no vino a molestarla, así que durmió tranquilamente.
A la mañana siguiente, desayunaron en silencio, como siempre. Cuando ella estaba a punto de salir, Norton la agarró y cerró rápidamente la puerta.
Yvonne le preguntó: «¿Qué demonios estás haciendo?». Se dio la vuelta y le lanzó una mirada furiosa. ¡Su taxi ya había llegado! La primera reacción de Norton al oír su voz fue un breve momento de alegría. Se rascó la nariz y dijo con tono tranquilo: «Te llevaré al trabajo».
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Yvonne no dijo nada más y simplemente siguió a Norton fuera de la casa.
El conductor ya estaba esperando. Subieron y el trayecto transcurrió en silencio.
Cuando llegaron al edificio de su oficina, Yvonne abrió la puerta del coche. «Gracias».
Después, se dio la vuelta y se marchó.
Norton oyó sus palabras y pensó que no era tan fría como había supuesto.
Por primera vez en días, se permitió esbozar una pequeña sonrisa mientras le indicaba al conductor que se marchara.
Yvonne se dirigió directamente a la oficina, sin detenerse.
La mayoría de sus compañeros de trabajo ya estaban allí. Malvina y Rory estaban sentados en sus escritorios.
Rory vio a Yvonne y le sonrió. «¡Enhorabuena por tu gran ascenso!».
Yvonne estaba a punto de darle las gracias con una sonrisa cuando Malvina la interrumpió, con voz cargada de sarcasmo mientras miraba a Rory. «Qué detalle por tu parte felicitarla. Creía que tu lealtad era hacia Heidi. Y no olvidemos cuántas veces le has apuñalado por la espalda a Yvonne. Un poco tarde para los cumplidos, ¿no crees?».
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