El requiem de un corazón roto - Capítulo 1044
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Capítulo 1044:
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«Increíble», murmuró Malvina y volvió a su escritorio, sacudiendo la cabeza.
En ese momento, el teléfono de Margie se iluminó. Ella dio un grito ahogado y agarró a Yvonne por el brazo. «¡Me ha respondido, está libre esta tarde!». Le mostró el teléfono a Yvonne para que lo viera.
Yvonne leyó el mensaje y sonrió. «Perfecto. Vamos allí más tarde».
«¿Por qué no lo invitamos aquí?», preguntó Margie mientras escribía una respuesta rápida.
«Su restaurante es su mundo», dijo Yvonne con una sonrisa cómplice. «Entrevistarlo allí resaltará lo que lo hace tan único».
Esa mañana, terminaron de preparar las preguntas de la entrevista y la lista de tomas. A primera hora de la tarde, llamaron a un taxi y se dirigieron al restaurante de Saul.
Saul ya estaba esperando en la puerta.
Ese día llevaba una impecable chaqueta azul marino sobre unos vaqueros claros de cintura alta. Unas elegantes gafas de montura negra enmarcaban sus rasgos afilados.
«Sr. Delgado, elegante como siempre», dijo Yvonne con una sonrisa. «Me he arreglado especialmente para la entrevista de hoy. ¿Qué le parece? Guapo, ¿verdad?».
Saul se rió entre dientes.
«No solo guapo, sino también un auténtico caballero», añadió Margie con una risa.
Yvonne preparó la cámara junto a la entrada y tomó varias fotos de Saúl bajo la cálida luz de la tarde.
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Le mostró los resultados y él asintió con aprobación. —Es increíble, señorita Jiménez. Estas fotos capturan realmente mi encanto —dijo, claramente complacido.
Yvonne sonrió al mirar las fotos. Saul tenía un aspecto elegante y relajado.
Entraron y tomaron más fotos del interior del restaurante antes de comenzar la entrevista.
Saul se mostró cálido, abierto y cooperativo. Toda la conversación fluyó a la perfección.
«¿Alguna pregunta más?», preguntó él, rellenando las tazas de café. «Soy un libro abierto».
«No, eso es todo. Muchas gracias, Sr. Delgado», dijo Yvonne con una sonrisa de agradecimiento.
Ella y Margie recogieron sus cosas, listas para volver a la oficina a revelar la película.
«Les llevo», ofreció Saul, haciendo sonar las llaves. Los taxis escaseaban en la zona, así que Yvonne y Margie aceptaron encantadas.
Mientras conducían, Yvonne hojeó las fotos que tenía en el regazo. Cada imagen contaba una historia: captaba momentos, emociones, personas y lugares. Eso era lo que le encantaba de la fotografía: congelar el tiempo, dar sentido a segundos fugaces. Pensó…
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