El requiem de un corazón roto - Capítulo 1028
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Capítulo 1028:
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«Cuánto tiempo sin verte. No esperaba que me pidieras salir así de repente», dijo ella con una sonrisa.
Su maquillaje era suave e inocente, lo que le daba un aspecto aún más frágil e indefenso.
Norton frunció el ceño y la observó atentamente.
Había enviado a Leif a vigilar a Heidi, pero, para su sorpresa, ¡eso lo había llevado directamente a Shelly!
Shelly se dio cuenta de que Norton la observaba. Sintiéndose incómoda, bajó la cabeza y se apartó un mechón de pelo detrás de la oreja. Un momento después, levantó la vista y le dedicó una sonrisa llena de dulzura y encanto. Norton no perdió el tiempo.
—¿Conoces a Heidi Fuller? —preguntó.
Shelly se sonrojó, pero se enderezó rápidamente. Su voz se mantuvo tranquila, pero sus ojos la delataron.
Respondió en un tono casi meloso: «¿Te refieres a la editora de la revista Stylist?».
Norton dio unos golpecitos en la mesa con los dedos. —Alguien de mi equipo la ha visto contigo.
Una mirada aguda cruzó los ojos de Shelly. Heidi estaba resultando ser más problemática de lo que valía. Shelly había contado con ella para crear problemas a Yvonne. Incluso había colocado a gente en Internet para agitar las cosas. Pero todos esos problemas se habían desvanecido sin dejar rastro. Ni siquiera se había oído un susurro sobre Yvonne.
Heidi había fracasado. Peor aún, no dejaba en paz a Shelly. Ahora la gente de Norton los había visto juntos.
Conteniendo una risa burlona, Shelly mantuvo su sonrisa. «No creo haberla visto nunca en el plató. Y su revista nunca me ha pedido que haga una sesión fotográfica».
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Norton la observó atentamente. Se dio cuenta de todo, pero no la pilló en su engaño. Dio un sorbo a su bebida. Luego, con voz fría, dijo: «No lo repetiré. Deja en paz a Yvonne. Te estás metiendo con la persona equivocada».
Dejó la taza con cuidado. El cristal hizo un suave ruido al golpear la mesa de mármol.
Para Shelly, ese sonido resonó como un golpe de tambor en su pecho. Apretó los dedos alrededor del bolso. Se puso pálida. «Lo prometo», dijo, mordiéndose el labio, tratando de parecer indiferente.
Él supo que había entendido el mensaje. Se levantó, listo para irse.
Ella soltó: «Espera, hay una cosa más…».
Mientras tanto, Yvonne y Margie salieron juntas del edificio y pararon un taxi para ir al restaurante.
Dentro del coche, Margie se movía inquieta, incapaz de mantener las manos quietas mientras miraba de reojo a Yvonne.
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