El requiem de un corazón roto - Capítulo 1007
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Capítulo 1007:
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Yvonne eligió una pegatina de un gato asintiendo con la cabeza como respuesta.
Al ver la pegatina del gato en su pantalla, Norton recordó los gestos de asentimiento a menudo indiferentes de Yvonne. Sonriendo para sí mismo, guardó el teléfono en el bolsillo y volvió al trabajo.
Tras su breve intercambio con Norton, Yvonne cerró los ojos con la esperanza de descansar un poco. La enfermedad la había atacado de repente, dejándola agotada y débil.
No estaba segura de cuánto tiempo había pasado cuando volvió a despertarse. La habitación estaba bañada por la luz del sol y las partículas de polvo bailaban en los rayos.
Durante un momento, Yvonne se limitó a observar el polvo flotando en la luz antes de volver a la realidad.
Respiró hondo y volvió a encender el teléfono.
Saber lo que estaba pasando era la mitad de la batalla, pensó. Confinada en su cama de hospital, se negaba a quedarse de brazos cruzados. Aprovecharía ese tiempo para recabar información y estaba decidida a descubrir quién estaba detrás de todo aquello una vez que saliera.
Al desplazarse por los titulares del día, Yvonne notó el creciente sensacionalismo. Los artículos apuntaban a la revista Stylist y a Ethan, y las acusaciones volaban en su dirección a una velocidad alarmante.
Varios supuestos informantes afirmaban que Yvonne había abusado de su relación con Ethan para obtener una influencia indebida en la revista. La acusaban de enfrentarse a un editor de sección y de conspirar con la alta dirección para expulsar a este empleado tan trabajador.
Yvonne no pudo evitar reírse de lo absurdo de esas afirmaciones.
Sabía que todo el equipo editorial de la revista Stylist no estaba difundiendo esos comentarios en Internet. Era evidente que se trataba de trolls a sueldo contratados para manipular la opinión pública.
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La historia de que ella había conspirado con los ejecutivos para destituir a la editora de sección, nada menos que Heidi, era especialmente grave. A pesar de que el engaño de Heidi había sido la causa de su caída, tenía la audacia de alimentar esos rumores.
Yvonne tomó metódicamente capturas de pantalla de cada artículo y las organizó como prueba de las tácticas engañosas utilizadas por ciertos medios de comunicación. Tenía una idea bastante clara de quién estaba orquestando todo entre bastidores, pero sin pruebas concretas, decidió guardar sus sospechas para sí misma por el momento.
Al acercarse el mediodía, entró el ama de llaves con una fiambrera.
—Es la hora de comer, señora Burke —dijo amablemente—. El señor Burke le pide que coma bien y se cuide mucho. —Dejó la comida delante de Yvonne.
Al inspeccionar la comida, Yvonne sintió un ligero revuelo en el estómago. La idea de comer un plato tan contundente tan poco después del desayuno no le parecía muy apetecible.
«Acabo de desayunar. ¿No es demasiado?», dijo Yvonne, sintiéndose un poco agobiada.
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