El requiem de un corazón roto - Capítulo 1002
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Capítulo 1002:
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«¿Yvonne? ¿Yvonne?».
Medio dormida, Yvonne oyó vagamente que alguien la llamaba, pero todo parecía confuso. Intentó abrir los ojos, pero era como estar atrapada en un sueño neblinoso, incapaz de despertar.
Norton volvió a llamarla. Al no obtener respuesta, empujó la puerta del baño y encontró a Yvonne tumbada en la bañera. No tuvo tiempo de fijarse en su delicada figura, se apresuró a comprobar el agua.
Estaba helada y tenía las mejillas enrojecidas. Inmediatamente le tocó la frente: estaba ardiendo.
La sacó de la bañera y la llevó a la cama.
En su estado semiconsciente, ella se aferró a él instintivamente.
—Yvonne, voy a ayudarte a vestirte y te llevaré al hospital —dijo Norton con calma, con la mirada fija en su rostro fruncido e inquieto sobre la cama.
Dudaba que ella lo oyera, pero al menos así no podría acusarlo más tarde de haber cruzado la línea.
Norton se giró para coger algo de ropa del armario.
Pero justo cuando lo hizo, ella extendió la mano y tiró del dobladillo de su camisa.
—No, no quiero ir al hospital —murmuró en voz baja. No quería ir: al día siguiente tenía que trabajar y una visita al hospital le haría perder mucho tiempo.
Norton dejó escapar un suspiro. —Incluso ahora sigues siendo tan terca.
Bajó las escaleras y pidió a la ama de llaves que ayudara a Yvonne a cambiarse —quería respetar su intimidad— antes de llamar al médico de familia.
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El médico llegó al poco rato.
—Señor Burke, parece que tiene un resfriado y un poco de fiebre. Pero sin el equipo adecuado, no puedo descartar nada más —dijo el médico, secándose el sudor de la frente.
«No más revisiones… Mañana tengo que trabajar…», dijo Yvonne con voz débil.
Norton había estado observando atentamente. Al oírla hablar, se inclinó hacia ella.
«¿De verdad es eso más importante que tu salud?». Sus ojos estaban llenos de frustración. Se volvió hacia el médico. «Dele los medicamentos. La traeré para un chequeo completo dentro de unos días».
El médico asintió, garabateó unas recetas para la fiebre y el resfriado, explicó la dosis y se marchó.
Una vez que se hubo marchado, Norton apoyó a Yvonne contra él y la ayudó a tomar las pastillas.
Ella se apoyó débilmente en él y tragó las pastillas que él le daba.
Norton le sirvió agua tibia y la ayudó a beber.
Luego la acostó en la cama, cogió un libro y se quedó a su lado.
Le puso un paño frío en la frente para bajarle la fiebre y le tomó la temperatura de vez en cuando.
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