El regreso de la heredera adorada - Capítulo 659
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Capítulo 659:
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Llevó a Susan y Madisyn a cenar, con Glenn detrás, cargado de bolsas. Con tantas alegrías últimamente, las sonrisas adornaban los rostros de todos.
Después de la comida, pasearon juntos, intercambiando animadas charlas sobre sus planes para el día siguiente.
De repente, el teléfono de Susan zumbó.
«Susan». La voz de Esteban crepitó, urgente y entrecortada.
«¿Qué pasa, papá?» preguntó Susan.
Esteban contestó: «Han soltado a Jada del centro de detención».
«¿En serio? ¿Cómo se las arregló para salir antes?». preguntó Susan, con un dejo de sorpresa en el tono, aunque no le dio demasiada importancia.
La voz de Esteban se tensó, traicionando su inquietud. «¿Dónde estás ahora? Tienes que volver a casa inmediatamente. Jada compró un coche casi desguazado en cuanto salió. Puede que venga a por ti».
Susan se quedó momentáneamente estupefacta.
En ese momento, su mirada se posó en un vehículo blanco y maltrecho aparcado cerca, al borde de la carretera, cuyo estado sugería que estaba al borde del colapso.
A través de la ventanilla empañada, Susan reconoció un rostro familiar en el asiento del conductor.
Los ojos de la mujer ardían de odio.
Jada rebosaba resentimiento.
Había caído tan bajo, convirtiéndose en el blanco del desprecio de todo el mundo, mientras Susan y Madisyn retozaban en su alegría.
Era una injusticia que se retorcía en lo más profundo de su ser.
Había seguido a Susan y la esperaba fuera del restaurante. Cuando Susan por fin salió, Jada soltó una carcajada escalofriante. Si ella no podía disfrutar de una buena vida, se aseguraría de que Susan tampoco lo hiciera.
El motor rugió y su atronador gruñido resonó mientras el coche se dirigía hacia Susan.
Perdida en su conversación telefónica, Susan se había adelantado, con Madisyn y sus padres detrás de ella.
En ese fugaz momento, Susan sintió una oleada de alivio, agradecida por no haber metido a Madisyn en este lío.
«¡Susan!» Madisyn gritó. Alcanzó a ver el coche precipitándose hacia ellas en el último momento. Sus pupilas se dilataron de miedo y corrió a proteger a Susan, pero ya era demasiado tarde. El impacto fue brutal, una figura cayó al suelo y la sangre se derramó rápidamente a su alrededor.
Los peatones cercanos prorrumpieron en gritos de terror.
Cuando Susan abrió lentamente los ojos, se asombró al ver que no sentía dolor y vio a Esteban ante ella. Tenía los ojos cerrados y la sangre manaba de una herida en la cabeza mientras la abrazaba con fiereza.
Jada se emocionó, pensando que su plan estaba a punto de tener éxito. Pero no había previsto que Esteban se abalanzara sobre ella en aquel momento. Su rostro enrojeció de ira y apretó los puños con fuerza mientras la furia brotaba de lo más profundo de su ser.
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