El regreso de la heredera adorada - Capítulo 1413
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos dos veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 1413:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Decidiendo que el destino de la chica estaba fuera de sus manos, se marcharon sin protestar.
Cuando se calmó el revuelo, el representante se volvió hacia Collier, mirando a la chica que seguía atrapada en sus brazos. —Señor Klein, ¿qué hacemos con ella?
Collier soltó una risa ahogada y clavó la mirada en la expresión furiosa e indignada de la chica. —A mí es a quien casi roban, ¿y tú eres la que se ofende? Vamos. Te voy a llevar directamente a la comisaría.
La mera mención de «comisaría» hizo palidecer a la niña. El robo era un delito grave en ese lugar, y una visita a la comisaría significaba nada menos que un desastre.
Su rostro manchado de suciedad temblaba y sus ojos, muy abiertos y sorprendentemente brillantes, se llenaron de lágrimas. El odio que había albergado hacia Collier se desvaneció en un instante, sustituido por el pánico más absoluto. Un sollozo se le escapó de la garganta, fuerte y desesperado. —¡Lo siento, señor! ¡No debería haber robado! ¡Por favor, déjeme ir! ¡Sé que me equivoqué! Si me envía a la comisaría, mi familia se morirá de hambre. Lloraba tan lastimosamente que incluso el subordinado al que había empujado antes apenas podía soportar verlo.
El representante local se adelantó, con los brazos cruzados, indiferente. —Señor Klein, no se deje engañar por su actuación. Estos niños de la calle son ladrones indisciplinados. Cada vez que los pillan, montan un pequeño espectáculo trágico, pero sus familias no dependen realmente de ellos. No son más que problemas.
La niña, frenética, negó con la cabeza. «¡Estoy diciendo la verdad! Si me llevan, no sobrevivirán!». Su mirada volvió a posarse en Collier. «Señor, usted parece una buena persona. Por favor, se lo ruego, déjeme ir».
Sus súplicas desesperadas chocaban con los comentarios despectivos del representante, y las dos voces se superponían en un ruidoso debate. Collier, cansado de la discusión, levantó una mano para silenciarlos a ambos. —Basta. Yo averiguaré quién dice la verdad.
Su mirada aguda se posó en la niña. —Llévame a tu casa. Si las cosas son como dices, te dejaré marchar.
La chica dudó un instante antes de asentir. —De acuerdo.
Collier y sus hombres la siguieron por las sinuosas calles hasta llegar a lo que ella llamaba su hogar. Solo que no era un hogar, era apenas una choza. El representante, que hacía unos momentos se mostraba tan seguro, se quedó visiblemente conmocionado al verlo.
Entonces, desde el interior del destartalado refugio, se oyeron unas vocecitas. —¿Ha vuelto Sis?
Una a una, pequeñas cabezas asomaron por detrás de un trapo raído que hacía las veces de puerta. No eran solo uno o dos, eran muchos, todos más pequeños que la niña.
Collier los miró a todos. Estaban delgados, desnutridos, con los ojos hundidos por el hambre. Algunos presentaban signos de enfermedades congénitas, y sus frágiles cuerpos eran testimonio de un abandono prolongado.
—Hermana, ¿quiénes son?
Los niños miraron con recelo a Collier y a su grupo, con los ojos llenos de incertidumbre. El más pequeño se aferró a la pierna de la niña, con la voz temblorosa. —Hermana, tengo hambre.
Ella también estaba hambrienta, pero se agachó y acarició suavemente la cabeza del pequeño. Levantó los ojos cansados hacia Collier. —¿Lo ves? ¿Puedes dejarme ir ahora?
La voz de Collier era firme. —¿Son todos tus hermanos?
Un niño pequeño, con la nariz mocosa, negó con la cabeza. —Ella no es nuestra hermana de verdad, pero nos trata mejor que cualquier familia.
Collier se quedó en silencio. Incluso el representante, antes tan escéptico, estaba atónito. Se volvió hacia la niña, con incredulidad en sus palabras. —¿Has estado manteniendo a todos estos niños… robando? ¿Dónde está tu verdadera familia?
.
.
.