El regreso de la heredera adorada - Capítulo 1335
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Capítulo 1335:
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Pero, para su sorpresa, Evie dio un pequeño paso atrás.
—Agradezco la invitación, señor Salazar, pero ya he bebido suficiente esta noche. Quizás en otra ocasión. Yo invito. —Su voz era educada, pero firme, sin dejar lugar a discusiones. Intentó pasar junto a él.
Carleigh no había previsto que la rechazaran. Su sonrisa se desvaneció y la irritación se apoderó de él.
—Evie, no me pareces borracha —dijo, endureciendo el tono de voz.
—Vamos, solo una copa. No tienes otra opción. —Al intentar agarrarle la muñeca, Evie contuvo el aliento y se apartó rápidamente, poniendo distancia entre ellos.
—Sr. Salazar —dijo, con los ojos oscuros y amenazantes—, por favor, modere sus modales.
—Relájate. Sé lo que hago. Solo te estoy demostrando lo mucho que me gustas, Evie. Si eres inteligente, no me rechazarás.
Carleigh agarró a Evie por las muñecas y la empujó contra la pared. Una oleada de miedo y repugnancia la invadió. Ella se debatió, pero Carleigh era más fuerte: la sujetaba por las muñecas con la mano izquierda y le tapaba la boca con la derecha.
En ese momento, una voz resonó en el pasillo.
«Siento interrumpir».
El corazón de Evie dio un salto al oír el sonido. Giró la cabeza y sus ojos se abrieron de par en par al ver a Waylon de pie a pocos metros de distancia.
Carleigh se puso rígido. Su expresión cambió al instante, y su habitual aire de suficiencia fue sustituido por una cortesía forzada. Pero no soltó a Evie.
—Señor Johns —dijo Carleigh, esbozando una sonrisa forzada—.
—Yo debería disculparme. Vamos a hablar de esto en otro sitio. —Hizo ademán de arrastrar a Evie con él.
Waylon sacudió con calma la ceniza de su cigarrillo.
—Espere.
Carleigh se detuvo y se volvió ligeramente.
—Señor Johns, ¿hay algo más? Waylon se acercó, pasando la mirada de Carleigh a Evie.
—No me meto en los asuntos ajos —dijo con frialdad—.
—Pero estas cosas son mejores cuando son mutuas. Ella no parece muy dispuesta, ¿verdad?
Carleigh soltó una risa incómoda.
—Lo has entendido todo mal. Solo es tímida. ¿Verdad, Evie? —Miró a Evie, intentando restarle importancia a la situación—.
Esto es solo entre nosotros, un poco de diversión.
La expresión de Waylon seguía siendo indescifrable. Volvió a mirar a Evie, con una mirada indiferente, como si no pudiera ver la súplica silenciosa en sus ojos.
—Está bien —dijo finalmente.
—Si ella está aquí por voluntad propia, no interferiré. Disfruten de la velada.
Carleigh sonrió radiante.
—¡Gracias, señor Johns! Nos vamos entonces.
Los dedos de Carleigh se clavaron en el brazo de Evie como grilletes de hierro, con la intención clara de arrastrarla lejos. El terror se apoderó del corazón de Evie al ver que su última oportunidad de salvación comenzaba a escapársele entre los dedos. Con desesperación, se debatió contra su agarre.
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