El regreso de la heredera adorada - Capítulo 1327
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Capítulo 1327:
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En ese momento perfecto, algo se agitó en el alma de Andrew. Sus ojos se posaron en la carretera antes de girar con decisión el volante en el cruce.
Madisyn, cuyo rostro estaba iluminado por la felicidad, soltó un grito de sorpresa.
—¡Andrew, vas por el camino equivocado!
—No es cierto.
Un misterioso destello bailó en los oscuros ojos de Andrew mientras echaba un vistazo a Madisyn y conducía el vehículo hacia el puente más magnífico de Ansport, donde la ciudad se extendía ante ellos como un lienzo de luces.
Con un movimiento suave, abrió el techo del coche, dejando que la brisa de la tarde bailara a su alrededor, llevando consigo las promesas del mañana.
Madisyn se sintió hipnotizada por este lado desconocido de Andrew, tan libre, tan espontáneo. Su energía era magnética, atrayéndola hacia su órbita.
Sin previo aviso, su voz atravesó la sinfonía de la noche.
—Cariño, dime, por favor, ¿quieres casarte conmigo?
—¿Qué?
El corazón de Madisyn dio un vuelco, la pregunta inesperada la pilló completamente desprevenida.
—He dicho que si quieres casarte conmigo.
Como una estrella fugaz cruzando el cielo, su coche navegó sobre el puente. El dedo de Andrew encontró un botón y, ante los ojos cada vez más abiertos de Madisyn, una caja negra situada delante del asiento del copiloto se abrió como por arte de magia.
De su interior emergió una intrincada maravilla mecánica: una delicada enredadera de metal precioso que se desplegaba como un ser vivo, con una espectacular joya en forma de anillo de diamantes en el corazón de una flor mecánica, que florecía solo para ella en una muestra de ingeniería artística.
—¡Dios mío!
Madisyn se llevó las manos a la boca, con la mente luchando por procesar la hermosa realidad que se desplegaba ante ella.
Sus ojos permanecieron fijos en el brillante diamante, con el pulso acelerado como las alas de un colibrí.
Andrew no apartó la mirada mientras esperaba su respuesta.
—Cariño, ¿quieres casarte conmigo? ¡Di que sí! ¡Déjame dedicar mi vida a amarte, a ser tu escudo contra el mundo, a ser el compañero que te mereces en cada respiro!
La perfección de ese momento, que Madisyn nunca se había atrevido a imaginar, abrumó sus sentidos.
La apasionada declaración de Andrew resonó en su corazón, y su ansiosa expectación se palpaba en el aire que los separaba. ¿Cómo podía rechazar una devoción tan pura?
Sus ojos se desviaron del espectacular anillo hacia el rostro esperanzado de él, y una sonrisa floreció en sus labios, que brillaba más que el diamante.
«Sí, quiero. Madisyn acepta casarse con Andrew. ¡Acepto casarme contigo!».
Aunque normalmente eran reservados, ambos abandonaron su coraza en ese momento tan especial, dejando que sus corazones hablaran libremente y que sus emociones se desbordaran.
El corazón de Andrew ardió como una supernova ante la respuesta de Madisyn, que llenó su pecho con una intensidad que nunca antes había sentido.
El motor del coche cantaba mientras dejaban atrás el puente y finalmente se detenían en un encantador pasillo de sicómoros que se erigían como testigos silenciosos de su alegría.
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