El regreso de la heredera adorada - Capítulo 1322
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Capítulo 1322:
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Lowe sintió un nudo en la garganta mientras luchaba por reprimir las oscuras implicaciones de la escena que se desarrollaba ante él.
Sus ojos se dirigieron al monitor, observando cómo Elton se acercaba con determinación a la cama de Denby y se detenía ante la figura inconsciente.
Denby yacía vulnerable, sostenido por un gotero y una máscara de oxígeno, dos cables vitales que no debían tocarse. Sin embargo, la mano de Elton se extendió con decisión hacia la máscara.
Las implicaciones médicas eran claras: quitar la máscara de oxígeno provocaría un peligroso aumento de la presión arterial, lo que podría ser devastador para el frágil cerebro de Denby.
—Comandante Thatcher, lo siento.
Las palabras susurradas por Elton quedaron suspendidas en el aire mientras sus dedos rozaban la máscara, pero antes de que pudiera actuar, una mano curtida se extendió y le agarró la muñeca con una fuerza sorprendente.
Denby abrió los ojos de golpe y, aunque los equipos de monitorización registraron el cambio, sus signos vitales se mantuvieron milagrosamente estables.
La revelación fue como un rayo: mientras Madisyn y Andrew mantenían la compostura, Lowe y el jefe del equipo de guardias se quedaron atónitos.
Dentro de la habitación, el miedo se reflejó en el rostro de Elton mientras retiraba la mano bruscamente.
—Comandante Thatcher, ¿está despierto? Estupendo. Voy a buscar al médico inmediatamente. Qué oportuno, he venido a visitarlo y lo he encontrado.
La esperanza brilló en la mente de Elton como una llama moribunda. Esos soldados retirados aún desconocían su identidad, e incluso si le hubieran dicho algo a Denby, era poco probable que sospecharan de él de inmediato. Su prioridad ahora era controlar los daños.
Denby observó con ojos agudos la teatral retirada de Elton, viendo a través de la fachada cuidadosamente construida la energía nerviosa que irradiaba debajo.
—Espere un momento —lo detuvo Denby—. Elton, después de más de treinta años, ¿cuál es tu opinión sincera sobre mí?
Elton se volvió lentamente y miró a Denby a los ojos.
—Comandante Thatcher, siempre me ha tratado bien.
—Sí, ya lo has dicho antes —respondió Denby en un susurro cargado de significado.
—Entonces explícame por qué mordiste la mano que te alimentaba, intentando matar sin piedad a Alvina, Andrew y Madisyn.
Los ojos de Denby se encendieron de repente con intensidad, atravesando la fachada de Elton como una navaja el papel.
La furia y la traición corrían por las venas de Denby al pensar que este hombre, este compañero destituido, había matado a su hija. Preguntó con frialdad: «¿Por qué? ¿Alguna vez te he maltratado? ¿Alguna vez Alvina te maltrató? ¡Respóndeme, Elton!».
La revelación de que Denby lo sabía todo —el complot contra Andrew, la verdad sobre la muerte de Alvina— golpeó a Elton como un golpe físico. Mientras miraba a los ojos de Denby, inundados por una tormenta de condena, rabia y amarga decepción, algo dentro de Elton se rompió. Años de resentimiento reprimido salieron a borbotones.
Dijo: «¿Por qué? ¿Cómo te atreves a preguntarme por qué?».
Elton se acercó a la cama de Denby, perdiendo la compostura.
—Siempre creí que yo era tu sucesor, pero por mucho que trabajara, por muchos años que le dedicara, Alvina siempre me eclipsaba. Quería desesperadamente demostrar que era mejor que ella, pero nunca me diste la oportunidad. ¿Qué otra opción tenía?
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