El regreso de la heredera adorada - Capítulo 1313
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Capítulo 1313:
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—De acuerdo, lo entiendo. Tendré cuidado.
—Estupendo. Cariño, eres una chica muy buena —dijo Andrew, dando un tierno beso en la mejilla de Madisyn. En su mente, ya estaba organizando un equipo de seguridad encubierto para vigilarla.
Dos días pasaron en un torbellino de actividad. En su oficina, en la última planta de la imponente sede del Grupo Klein, la habitual compostura de Andrew se desvaneció al leer el informe de su subordinado.
—Señor Klein, Elton ha estado muy ocupado últimamente y su esfera de influencia parece estar expandiéndose a un ritmo alarmante…
Mientras Andrew analizaba el informe, un detalle llamó su atención: la lista de los contactos recientes de Elton.
Dotado de una memoria excepcional que el tiempo no había logrado erosionar, Andrew reconoció todos los nombres. Cada rostro, cada conexión se cristalizó en su mente, revelando un patrón inquietante: todos eran antiguos miembros del círculo íntimo de Rocco.
Algo en sus movimientos coordinados le heló la sangre, una advertencia instintiva que no lograba identificar.
Sin pensarlo, sus dedos buscaron el número de Madisyn, pero la llamada solo fue respondida por el silencio.
Girando con suavidad, marcó el número de su guardaespaldas. La línea cobró vida con un crujido.
—¿Dónde está la señorita Johns? ¿Qué está haciendo ahora? —preguntó Andrew.
Desde su puesto fuera de una fábrica del Grupo Johns, el guardaespaldas informó: —La señorita Johns respondió a una alerta de emergencia: disturbios de los trabajadores en una fábrica. La escoltamos hasta aquí, pero está dentro manejando la situación. Estamos manteniendo la seguridad exterior.
El rostro de Andrew se ensombreció y su voz se redujo a un susurro autoritario.
—Entra. Ahora. Quiero que la vigilen constantemente. Asegúrate de que está a salvo.
—Sí, señor Klein.
El guardaespaldas asintió inmediatamente y colgó el teléfono.
Familiarizado con la ubicación de la fábrica, Andrew cogió su teléfono y se dirigió a su coche.
Mientras el elegante vehículo devoraba kilómetros alejándose de Ansport, la ansiedad lo carcomía: ni Madisyn ni su equipo de seguridad habían contactado con él desde que entraron en las instalaciones.
Llevando el coche al límite, Andrew llegó a la fábrica en un tiempo récord.
Sin embargo, al salir, la imagen que se encontró disipó sus temores inmediatos: Madisyn salió con un grupo de personas, aparentemente ilesa y lejos del peligro que su mente había imaginado.
La tensión en su pecho comenzó a disiparse y avanzó con paso decidido.
Madisyn estaba absorta en una conversación con el director de la fábrica sobre medidas preventivas cuando vio a Andrew. La preocupación se reflejó en su rostro al ver su inesperada aparición.
—Tendremos que manejar estas situaciones con más delicadeza en el futuro —le dijo al director.
—Concluyamos por hoy, ha surgido algo. Ya pueden retirarse.
La mirada del director se posó en Madisyn y Andrew, y en su rostro se dibujó una expresión de comprensión. Con un gesto de asentimiento, despidió a su equipo.
Mientras el grupo se retiraba, Madisyn se acercó a Andrew.
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