El regreso de la heredera adorada - Capítulo 1298
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Capítulo 1298:
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«De acuerdo».
Después de un almuerzo tranquilo en casa de Denby, se excusó para atender otros asuntos durante la tarde. Sin motivo para quedarse, Madisyn y Andrew se dirigieron a casa.
El coche avanzaba suavemente por la carretera, deslizándose sobre el viaducto. Madisyn contemplaba la ciudad que se extendía en la distancia, pero sus pensamientos estaban a kilómetros de distancia.
Durante su conversación con Denby en el estudio, había observado algo que la inquietaba. Aunque Denby parecía fuerte en apariencia, bajo la superficie se escondían las huellas de viejas heridas.
Cuando le tomó el pulso, sus sospechas se confirmaron: esas lesiones se habían producido hacía mucho tiempo, no se habían tratado en su momento y ahora estaban profundamente arraigadas en su cuerpo.
Como mucho, podía recetarle remedios a base de hierbas para mantener su salud, pero eso era solo una medida temporal. Si esas lesiones latentes se agravaban, ningún medicamento en el mundo podría ayudarle. Andrew y Denby eran hombres de pocas palabras cuando se trataba de emociones. En un día cualquiera, quizá nadie hubiera notado el vínculo que los unía. Pero si algo le pasaba a Denby, Andrew quedaría devastado.
Madisyn se aferró a sus pensamientos. Investigaría los tratamientos para lesiones como las de Denby, sin importar cuánto tiempo llevaran ahí.
Tuviera o no tuviera éxito, tenía que intentarlo.
—¿Cariño?
El coche redujo la velocidad y se detuvo al lado de la carretera. Andrew se inclinó hacia ella, frunciendo el ceño mientras la observaba.
Madisyn parpadeó y salió de sus pensamientos, dándose cuenta de que el coche se había detenido.
—Cariño, ¿qué pasa?
La mirada aguda de Andrew se posó en ella, indescifrable por un momento, antes de que se acercara y le pellizcara la mejilla.
—Dímelo tú. Te he llamado varias veces, pero te has quedado ahí sentada frunciendo el ceño y mirando por la ventana. Pensaba que no te encontrabas bien. ¿Te ha dado el mareo? Había conducido un poco rápido antes y le preocupaba que Madisyn se encontrara mal.
Madisyn, divertida, solo pudo negar con la cabeza. Andrew, al recordar lo hábil que era Madisyn al volante, se dio cuenta inmediatamente de lo ridícula que era su suposición. Simplemente estaba preocupado.
Tranquilo al saber que ella estaba bien, Andrew volvió a centrar su atención en lo que les rodeaba. Su mirada recorrió el exterior del coche antes de fijarse en algo en la distancia.
—Cariño, espérame un momento —dijo Andrew mientras abría la puerta del coche y salía.
Madisyn lo observó mientras se alejaba, frunciendo ligeramente el ceño con curiosidad. Su mirada lo siguió mientras se dirigía directamente hacia una pequeña pastelería. La tienda era encantadora, pintoresca y caprichosa, casi como una pequeña seta enclavada en la calle. Unos cuantos niños hacían cola fuera. Al final de la fila estaba Andrew, con su alta y imponente figura sobresaliendo por encima del grupo de niños ansiosos. Su expresión era tranquila y seria, en marcado contraste con el ambiente juguetón que lo rodeaba. Madisyn tardó un momento en darse cuenta de lo que estaba haciendo. Le estaba comprando un postre.
La imagen de aquel hombre tan guapo y tan cool, esperando pacientemente en una fila llena de niños, le resultó inesperadamente conmovedora.
Una suave sonrisa se dibujó en los labios de Madisyn. Incapaz de resistirse a capturar el momento, bajó la ventanilla del coche y discretamente tomó una foto con su teléfono.
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