El regreso de la heredera adorada - Capítulo 1297
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos dos veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 1297:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
—Entendido —Madisyn asintió con firmeza. Hoy había aprendido más de lo que jamás hubiera imaginado. En ese momento, su mente era un caos, tratando de ordenar todo lo que había descubierto.
Denby le había revelado sus secretos a Madisyn, no por el simple hecho de confesárselos, sino con la esperanza de que ella adoptara una perspectiva más amplia, una que le permitiera vigilar de cerca a Andrew cada vez que tomara decisiones imprudentes en el futuro.
Madisyn observó a Denby en silencio antes de responder con tranquila determinación: «Denby, al igual que tú, no quiero que Andrew corra peligro. Pero lo amo y lo respeto igual. Si eso es lo que realmente quiere, no me interpondré en su camino, ¡estaré a su lado y lo afrontaré con él!».
Mientras sus palabras flotaban en el aire, se preparó para la desaprobación. Seguramente, Denby la encontraría ingenua. Pero, en lugar de reprenderla, permaneció en silencio. Sin embargo, en sus ojos vio un aprecio inequívoco.
Sin decir una palabra, Denby abrió un cajón y sacó una pequeña caja desgastada por el tiempo. Se la puso en las manos.
«Esto lo dejó la madre de Andrew antes de morir. Ya que estás aquí, es justo que te lo dé. Ella siempre quiso que lo tuvieras. No lo rechaces».
Cuando Madisyn abrió instintivamente la boca para protestar, Denby la detuvo con una mirada firme. No tuvo más remedio que aceptar. Con cuidado, levantó la tapa. En su interior había una rara y impresionante piedra de jade rojo.
Su brillo era profundo y intenso, como si estuviera imbuido de vida. Pasó los dedos por la piedra, sorprendida por el calor que aún conservaba. Madisyn cerró la caja con delicadeza y la apretó contra sí.
—Denby, no te preocupes. Lo guardaré en un lugar seguro.
—Bien. Ahora te pertenece.
Al salir del estudio, se encontraron con Andrew esperando fuera, con el rostro sombrío y disgustado.
Denby frunció el ceño y lanzó una mirada fulminante a su nieto.
—¿Qué te pasa con esa cara de amargado? Acabo de hablar un rato con Madisyn y ya estás enfadado. ¡Es tu prometida, no tu prisionera!
Denby era un hombre de fiabilidad inquebrantable, pero sus palabras solían tener un tono cortante.
Aunque su comentario pretendía ser burlón, su tono severo lo hacía parecer una reprimenda.
Andrew, acostumbrado desde hacía mucho tiempo a la franqueza de su abuelo, rara vez se ofendía. Pero hoy, por primera vez, su expresión se ensombreció.
—¿Un rato? ¿Llamas «un rato» a desaparecer
durante más de una hora? Madisyn no pudo evitar reírse del comentario mordaz de Andrew.
Su diversión solo atrajo más atención, ya que ambos hombres se volvieron a mirarla a la vez. Rápidamente, agarró a Andrew por la manga, intentando calmarlo.
—Estaba tan absorta hablando con tu abuelo que perdí la noción del tiempo. Pero ¿no es casi la hora de comer? Vamos a ver qué hay para almorzar, ¿vale?
La mirada de Andrew pasó de la mano que le agarraba la manga a su rostro, donde captó el sutil cambio en su expresión, su intento de desviar el tema. Su descontento se desvaneció al instante. Había algo extrañamente entrañable en Madisyn tratando de suavizar las cosas.
Con una sonrisa burlona, siguió el juego.
«Está bien. Vamos a ver».
.
.
.