El regreso de la heredera adorada - Capítulo 1282
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Capítulo 1282:
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«¡Andrew siempre está demasiado ocupado! Esperaba que te trajera, pero no contestaba al teléfono. Así que pensé: ¿por qué no llamarte directamente? ¡Estos pescados están reservados solo para ti!».
Madisyn no pudo reprimir una risita ante su fingida indignación, y se le alegró el corazón por su gesto tan considerado.
—Señor Klein, me conmueve que haya pensado en nosotros. He mirado nuestras agendas y Andrew y yo podemos ir a la mansión mañana por la mañana.
—¡Estupendo! —La voz de Damari se animó—.
Empezaré los preparativos enseguida. Espero que vengan mañana.
Más tarde, cuando Andrew llegó a recogerla, Madisyn le contó los detalles de la invitación de Damari a la mansión Klein.
—Me he dado cuenta de que mañana los dos estamos libres —dijo ella.
—Tu abuelo es muy amable. He aceptado. Si surge algo, siempre puedo avisarle.
—Mañana me viene bien —respondió Andrew, con un tono inusualmente plano. Sus elegantes dedos descansaban relajadamente sobre el volante mientras sacaba el coche del aparcamiento.
Algo en el comportamiento de Andrew hizo saltar las alarmas de la intuición de Madisyn. Su típica actitud estoica había dado paso a algo más… distante.
Aunque Andrew siempre había sido un maestro de las expresiones sutiles, esto le parecía muy diferente de sus visitas anteriores a la mansión Klein. ¿Había algo bajo la superficie que ella no sabía? ¿O tal vez su imaginación estaba trabajando horas extras?
Después de estudiar los rasgos de Andrew durante un momento más y no detectar más signos de angustia, Madisyn dejó a un lado sus preocupaciones. Juntos, se concentraron en seleccionar los regalos adecuados para su visita a la mansión. A la mañana siguiente, llegaron a la impresionante entrada de Klein Manor.
Cuando Madisyn salió del coche, vio a Damari y al mayordomo de pie en el patio.
—Señor Klein —saludó ella con cordialidad, levantando la mano en señal de saludo.
—Hola, Madisyn.
Mientras Damari acompañaba a Madisyn hacia la casa, su actitud cambió notablemente cuando sus ojos se posaron en Andrew. Un bufido de desaprobación se le escapó.
—¡Niño desagradecido! Si no fuera por la visita de Madisyn hoy, ¡dudo que te hubieras molestado en aparecer!
Andrew respondió con serenidad: —Abuelo, sabes que siempre que me necesitas aquí estoy. Andrew siguió a Madisyn con pasos mesurados, con los regalos en la mano y sin alterar su expresión ante la desaprobación de su abuelo, mientras se dirigían al salón.
Una vez sentados, los sirvientes entraron con té y delicados aperitivos. Damari colmó a Madisyn de atenciones, preguntándole por su trabajo, su vida y su familia, excluyendo deliberadamente a Andrew de la conversación.
Aunque Madisyn notó la tensión palpable entre los dos hombres, se guardó sus observaciones para sí misma. En la mesa, ante un impresionante despliegue de platos, Damari se volvió hacia ella con orgullo en los ojos.
—Bueno, Madisyn, ¿qué te parece?
La maestría culinaria de la mansión Klein siempre había impresionado a Madisyn. El menú de hoy no era una excepción: cada plato era una obra maestra que ningún restaurante normal podría igualar por mucho dinero que pagara.
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