El regreso de la heredera adorada - Capítulo 1269
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Capítulo 1269:
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«Sí, esto es ridículo. Esperemos un poco más. Incluso los grupos Welch y Perkins están esperando aquí con nosotros».
«Hablando del Grupo Welch, no han tenido más que mala suerte. El proyecto al oeste de Estresa es una mina de oro, pero lo estropearon tanto que le costó la vida a alguien. Ahora que el Gobierno está reevaluando las asociaciones, es obvio que están buscando nuevos actores. Quizás esta vez tengamos una oportunidad».
«Si me preguntas, el que tiene más posibilidades de llevarse la parte del león es Aldwin. Su hija se ha hecho muy amiga del director general de Homelight Enterprise…».
Desde el momento en que Aldwin y su subordinado tomaron asiento, irradiaban una confianza inquebrantable. Frente a ellos se sentaban Healy y su secretaria.
Al oír las especulaciones que circulaban en voz baja por la sala, Aldwin permaneció impasible, pero por dentro se sentía satisfecho. Dirigió la mirada hacia Healy, con los ojos brillantes, como si le enviara un mensaje silencioso: «Aún te faltan muchas cosas por aprender, chico».
Joven, ambicioso y habiendo sido reprimido por la familia Perkins más veces de las que podía contar, Healy estaba decidido a cambiar el rumbo de los acontecimientos. Si no hubiera sido por la orientación de Madisyn, podría haberse culpado por completo del reciente fracaso, convencido de que no había sabido manejar adecuadamente el reasentamiento de los residentes. Nunca habría descubierto la verdad: que alguien había estado moviendo los hilos todo el tiempo. Y ese alguien no era otro que el hombre sentado junto a Aldwin en ese mismo momento.
Healy respiró lentamente y clavó su aguda mirada en el subordinado de Aldwin.
No hacía mucho, había utilizado los contactos de este hombre para localizar al despiadado cobrador de deudas que había empujado al residente hacia la muerte aquella fatídica noche. El cobrador borracho había soltado más de la cuenta.
Ahora, con pruebas irrefutables en sus manos, Healy había estado esperando el momento perfecto para atacar y darle a Aldwin una lección que nunca olvidaría.
Healy permaneció en silencio, pero ya no era el joven imprudente de antes. La experiencia había templado su naturaleza impulsiva. En lugar de reaccionar al desprecio apenas disimulado de Aldwin, lo miró con intensa tranquilidad, irradiando una presencia que se negaba a ser eclipsada. Sus ojos brillaban como acero desenvainado, agudos e inquebrantables.
Aldwin entrecerró los ojos, sorprendido por el cambio.
Se inclinó ligeramente hacia atrás, entrelazando los pulgares mientras estudiaba a Healy. Había algo diferente en él, algo que no conseguía identificar.
—Es…
—Ha pasado mucho tiempo, señor Welch. Se ha vuelto mucho más sereno. No es como antes. Solía verlo como un joven sin experiencia.
La afirmación causó un murmullo en la sala.
Las palabras de Aldwin eran una forma sutil de afirmar su dominio. Situaban a Healy en una posición de inferioridad, como alguien carente de capacidad.
Hubo un tiempo en que Healy se habría enfadado por el comentario, enfurecido por la insinuación. Siempre le había recordado los rumores que circulaban por Estresa sobre el declive de la familia Welch.
Healy esbozó una leve sonrisa y dijo: «Sr. Perkins, las personas maduran. Siempre he creído que debemos mirar a las personas y las situaciones con una perspectiva evolutiva, sin quedarnos anclados en el pasado».
Sus palabras, teñidas de sutil sarcasmo, iban dirigidas directamente a Aldwin.
Este entrecerró los ojos y siguió adelante con un comentario mordaz que tocó la fibra sensible del Grupo Welch.
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