El regreso de la heredera adorada - Capítulo 1259
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Capítulo 1259:
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¡Bang! Una fuerte ráfaga de viento atravesó el aire frente a Nola y, en un instante, las maldiciones de la malvada mujer se silenciaron. En ese mismo momento, un hombre entró en escena, con una presencia imponente y un aura que irradiaba autoridad sin esfuerzo.
Con un movimiento rápido, Jared dejó inconsciente a la maliciosa mujer. Su mirada se posó en Nola, que yacía desplomada en el suelo, con el rostro pálido como un fantasma. Su voz se suavizó cuando le preguntó: «¿Estás bien?».
Jared llevaba un rato acechando cerca. Al principio, no tenía intención de intervenir, pero después de escuchar las palabras venenosas de la mujer y presenciar su ataque despiadado, no pudo quedarse de brazos cruzados.
La mirada de Nola se cruzó con la de Jared, con expresión vacía por la conmoción. Durante un instante, se limitó a mirarlo.
Años de tormento a manos de la familia Perkins le habían enseñado a aguantar en silencio o a valerse por sí misma. Nunca había imaginado que algún día alguien interviniera para detener la crueldad a la que se enfrentaba.
Durante un momento, Nola permaneció en silencio. Confundiendo su quietud con miedo, Jared se arrodilló y le tendió una mano.
—No tengas miedo. No estoy aquí para hacerte daño. No soy uno de ellos. Estás herida, déjame ayudarte a levantarte.
La mano que le ofrecía era robusta, con dedos fuertes y definidos y una palma endurecida por los callos. Al ver esta inesperada amabilidad, Nola dejó con cautela el fragmento afilado que sostenía y colocó su mano temblorosa en la de él.
Tenía los dedos helados por el frío del sótano y la delgadez de su ropa, pero la mano de Jared era seca y cálida, y desprendía una fuerza tranquilizadora.
Él la sujetó con delicadeza y la ayudó a sentarse en la vieja cama de madera astillada. Cada movimiento era cuidadoso, atento a sus heridas. Oculta bajo su cabello enmarañado, Nola miró de reojo el perfil de Jared y sintió que una extraña calidez le invadía el pecho ante su ternura.
—Gracias —susurró, con voz apenas audible.
Jared apartó la mirada de ella y la dirigió a la mujer inconsciente que yacía en el suelo. Frunció el ceño y preguntó: —¿Te encerró aquí la familia Perkins?
Nola asintió levemente. Más precisamente, había sido Lilian quien la había confinado allí.
Estudió el rostro de Jared y dudó antes de preguntar: —¿Quién eres? No deberías haberme ayudado. Ayudarme solo te meterá en problemas». Sus palabras fueron apresuradas, con una mezcla de miedo y cautela en su voz.
Jared bajó la mirada hacia la parte superior de su cabeza inclinada y soltó una risita débil y tranquilizadora.
«No tienes que preocuparte por eso. Nadie sabe que estoy aquí, excepto tú».
Su mirada se dirigió a la mujer inconsciente.
—No me ha visto la cara. En cuanto a quién soy… Soy Jared Cooper. Ahora dime, ¿por qué te han encerrado aquí?
La curiosidad brilló en los ojos de Jared mientras observaba a Nola. Esta chica, claramente un secreto oculto de la familia Perkins, le intrigaba. Lo que no había previsto era el destello de reconocimiento en sus ojos cuando mencionó su nombre, prueba de que sabía exactamente quién era él.
Nola respiró con dificultad.
—Me llamo Nola Warren. Soy la hija ilegítima de Aldwin. Hace veinte años, violó a mi madre y dejó su vida destrozada. Antes de que mi madre falleciera, descubrí la verdad y acudí a la familia Perkins en busca de ayuda. Pero, en lugar de reconocerme, Lilian me encerró aquí y me obligó a vivir como una sirvienta.
La expresión de Jared se endureció, y en su mirada se mezclaron la compasión y la ira.
—No puedes quedarte aquí. Este lugar solo te causará más dolor. Déjame sacarte de aquí. Te ayudaré a encontrar trabajo. Te mereces una vida normal.
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