El regreso de la esposa no deseada - Capítulo 1400
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Capítulo 1400:
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«¿Cuándo se contagió?», preguntó Kenji, con incredulidad evidente en su voz. «¿No estaba todo bien ayer?».
Solo una semana antes, habían desarrollado con éxito el primer lote de medicamentos. Los primeros resultados de los pacientes tratados habían sido prometedores y ofrecían un rayo de esperanza. Kenji incluso había planeado visitar a Scarlette pronto.
Un miembro del personal médico suspiró antes de responder: «El Sr. Ward empezó a sentirse mal anoche, pero se negó a cooperar con el examen e insistió en descansar. Hace un momento, lo encontramos desmayado con una fiebre que superaba los 40 grados centígrados. Es probable que lleve varios días infectado».
Kenji se quedó atónito. —¿Ha bajado la fiebre?
—Le hemos administrado la medicación. Ahora depende del estado del señor Ward.
A pesar de sus palabras tranquilizadoras, Kenji no se sentía nada reconfortado. Su frustración estalló y empujó al personal. —¡Tengo que verlo!
El equipo médico intentó retenerlo, pero él se mantuvo implacable. Solo cuando Roscoe apareció, atraído por el alboroto, lograron contener a Kenji.
Roscoe intervino, ordenó al personal que vigilara de cerca a Caden y luego apartó a Kenji. «El Sr. Ward se ha estado trabajando en exceso, tratando de acelerar el desarrollo del medicamento. No ha descansado adecuadamente en dos meses. El agotamiento le ha pasado factura y ha permitido que el virus tome ventaja».
A Kenji no le interesaban las explicaciones. —¿Qué hay de los ensayos clínicos? ¿Funciona el medicamento?
Roscoe asintió. —Funciona. El Sr. Ward ya ha recibido el tratamiento. Ahora solo tenemos que esperar y ver si le hace efecto.
Su tono era tranquilo, demasiado distante, teniendo en cuenta la gravedad de la situación.
Kenji estalló: —¿Quién puede garantizar que lo curará? ¡Un solo error y podría morir!
Roscoe finalmente soltó el brazo de Kenji, con irritación en su voz.
—¿Qué más podemos hacer sino esperar?
Los labios de Kenji se curvaron en una sonrisa burlona, y su silencio lo dijo todo.
Roscoe levantó una ceja. —Sé que no te caigo bien, pero no me equivoco. No me mires así.
Kenji se burló. —Tienes miedo de contagiarte, así que te quedas ahí sentado esperando.
Roscoe replicó: —¿Qué otra cosa puedes hacer? ¿Entrar ahí y contagiarte, sufriendo junto al señor Ward? Sé que quieres demostrarle algo a Scarlette, pero no tienes por qué arriesgar tu vida.
Kenji no malgastó saliva en responder. Se dio media vuelta y se marchó con expresión gélida.
Roscoe le gritó: «Nadie quiere que el Sr. Ward sufra. Todos estamos trabajando en una solución. ¿Por qué estás tan alterado?».
Kenji no dudó. Se puso el equipo de protección completo, cubriéndose cada centímetro del cuerpo, y entró a la fuerza en la sala de aislamiento. Caden yacía inmóvil en la cama del hospital, respirando lenta y superficialmente. La fiebre se había clavado profundamente en él, dejándolo a la deriva entre la conciencia y el olvido.
En la estéril amplitud del laboratorio, Caden era el único paciente infectado, una isla de sufrimiento en un océano de indiferencia. Nadie había venido a buscarlo. Ni un asistente leal, ni un amigo preocupado. Kenji siempre había sabido que la gente podía ser egoísta, pero este abandono superaba todo lo que había imaginado. Caden era una figura destacada en Warrington, pero cuando la marea cambió, se quedó solo para luchar contra la tormenta.
Kenji realizó otro examen y registró meticulosamente cada detalle.
Los ojos cansados de Caden se abrieron y reconocieron a Kenji. —¿Qué haces aquí? —Su voz era apenas un susurro—. Te estás arrojando al fuego por nada.
La mirada de Kenji se mantuvo firme, con los ojos concentrados y decididos detrás de la visera de su equipo de protección. —Aún no hay casos documentados de recuperación completa. El experimento debe continuar. Sr. Ward, dado que ha sido infectado, necesito sus muestras para realizar más pruebas. Perdone la intrusión».
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