El regreso de la esposa no deseada - Capítulo 1397
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Capítulo 1397:
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Scarlette le lanzó una mirada desafiante, sintiendo su inquietante estado de ánimo, pero manteniéndose firme. «Exactamente».
Justo cuando Kenji estaba a punto de penetrarla, Scarlette se dio cuenta de algo y protestó: «Espera, no has traído protección, ¿verdad?». Sin embargo, Kenji no se detuvo.
El miedo hizo que Scarlette abriera mucho los ojos y pronto su visión se volvió borrosa. Su mente se quedó en blanco, dejándola solo capaz de emitir suaves gemidos.
Kenji le susurró al oído: «Esta noche tengo tres, pero no quiero usarlos. Es mejor usar tu boca».
Una mezcla de vergüenza y rabia invadió a Scarlette mientras amenazaba débilmente: «Ni se te ocurra. Te morderé».
Kenji se limitó a reírse con desdén de sus palabras.
Tras una larga separación, su intimidad era aún más difícil de terminar.
Kenji, aprovechando la larga noche, era insaciable.
Después, Scarlette lloró hasta desorientarse, revelando su profunda vulnerabilidad mientras buscaba desesperadamente un abrazo.
Kenji se ablandó y la abrazó con fuerza, acariciándole la espalda como si consolara a una niña.
Entre lágrimas, Scarlette expresó su amargura: «Kenji, todavía te odio».
Comprendiendo su angustia, Kenji se tomó el tiempo necesario para explicarle: «Cuando toqué a esa mujer, no sentí nada. Tampoco pensé en nada. Esa es la verdad».
Sin embargo, Scarlette no podía olvidar las duras palabras que él le había dicho anteriormente. «Dijiste que la deseabas».
«Solo dije esas palabras para molestar a su novio», respondió Kenji a la defensiva. «Pero tú fuiste quien sacó el tema primero».
Scarlette seguía escéptica. «Una vez dijiste que te gustaban las mujeres con pechos grandes, y ella encaja en esa descripción».
Kenji se quedó momentáneamente sin palabras, incapaz de dar una excusa. Finalmente, respondió con torpeza: «Ahora empiezo a preferirlos más pequeños». Hizo una breve pausa antes de deslizar la mano bajo la camiseta de ella, como para verificar algo. «Parece que se han hecho más grandes, no más pequeños». Scarlette le apartó la mano rápidamente.
Kenji le preguntó insinuante: «¿Te esfuerzas más cuando piensas en mí?».
Scarlette respondió frustrada: «Estoy intentando tener una conversación seria y tú haces bromas».
Su repentina seriedad pilló a Kenji desprevenido, lo que le llevó a suavizar el tono. «Entonces quizá debería llevarte a ver a algunos acompañantes masculinos. Así estaríamos en paz».
Scarlette levantó la vista, recordando algo. «Suena bien… Tienes un tío que se dedica a eso, ¿verdad? Se llama Ryder».
Kenji se quedó desconcertado. ¿Cómo se había enterado? Sin dudarlo, respondió: «Ni hablar».
Scarlette replicó: «¿Por qué no? Dijiste que podíamos igualar el marcador».
Una ola de celos invadió a Kenji. ¿Por qué? Porque los acompañantes masculinos del club de su tío eran de primera categoría y atendían exclusivamente a las mujeres más ricas de la alta sociedad. Todos ellos eran de élite y poseían un encanto irresistible. Si Scarlette interactuaba con cualquiera de ellos, se pasaría días pensando en ello.
Kenji no dio más detalles, se limitó a decir: «Yo mismo te buscaré un acompañante masculino».
Satisfecha por su intimidad, Scarlette bostezó. «Hum, me voy a dormir».
Kenji no podía quedarse más tiempo, así que, tras un rápido beso, se levantó para marcharse.
Estaba empapado cuando llegó, demasiado absorto en Scarlette como para notar el frío. Ahora, al abandonar la calidez de su cama y ponerse de nuevo la ropa mojada, el frío comenzó a calarle los huesos.
Kenji pronto contrajo un leve resfriado, algo que al principio no le dio importancia. Por desgracia, sin querer, se lo contagió a Scarlette. Ella se volvió letárgica y se negó obstinadamente a ir al hospital o tomar cualquier medicamento, a pesar de las insistentes súplicas de Alicia.
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