El regreso de la esposa no deseada - Capítulo 1395
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos dos veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 1395:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Scarlette aprovechó ese momento de libertad para dar rienda suelta a su furia.
Tras una serie de coloridas maldiciones, jugó su carta ganadora. «¿Quieres ver lo rápido que mi padre te haría pedazos si gritara?».
Una risa oscura escapó de los labios de Kenji. «Escalé tu ventana sin miedo. ¿De verdad crees que tu padre me intimida?».
Levantándose ligeramente para facilitarle la respiración, se burló: «Adelante, grita. Deja que sea él quien vea cómo reclamo a su querida hija».
El color inundó las mejillas de Scarlette, una mezcla de rabia y humillación. «¡Kenji, eres un sinvergüenza!».
«¿Sinvergüenza? Si aún no he hecho nada». Con una mano aún sujetándole las muñecas, la otra jugueteaba con el dobladillo de su delicado camisón. «Ahora te voy a enseñar lo que es un comportamiento verdaderamente escandaloso».
Conociendo muy bien sus intenciones, Scarlette cruzó las piernas al instante. «¡Ni se te ocurra!».
Aunque su mirada era feroz, tuvo que susurrar sus amenazas, temerosa de alertar a sus padres. Para Kenji, su resistencia contenida no hacía más que aumentar su atractivo.
Ignorando su resistencia simbólica, la mano de Kenji recorrió su cintura antes de darle la vuelta y darle un fuerte azote en el trasero. «Separa las piernas».
El dolor le arrancó un grito ahogado a Scarlette.
Incapaz de calmar su piel enrojecida con las manos atrapadas, Scarlette dio una patada frustrada. «¡Bruto! ¡Si me vuelves a pegar, te mato!».
La voz de Kenji se redujo a un susurro peligroso, cargado de acusación. «¿No te merecías ese castigo? Dime, ¿el nombre de quién gemías mientras te besaba antes?».
Bajo su penetrante mirada, la inquietud se apoderó de Scarlette. Se apartó, incapaz de mirarlo a los ojos. «¿Cómo iba a saber que eras tú si tenía los ojos tapados?».
«¿No reconociste mi lengua?». La sangre le hervía mientras insistía: «Antes de reconocerme, ¿estabas imaginando los labios de tu cita?».
«¡No seas ridículo!», protestó Scarlette. «Solo pensé en él después del beso».
Esto solo sirvió para avivar aún más la irritación de Kenji. «Entonces, ¿no sabías que era yo y aun así te atreviste a devolverme el beso, incluso usando la lengua?».
Una punzada de inquietud atravesó a Scarlette, pero rápidamente se convirtió en rebeldía. «¿Y por qué no iba a hacerlo? Cualquiera que me bese bien se merece una respuesta».
Después de todo, ¿no era esa la única razón por la que había cedido ante Kenji antes? Él no era tan especial.
Cuanto más lo pensaba, más se encendía su ira. «Mañana por la mañana, me aseguraré de besar a Roscoe justo donde tú puedas verlo».
La expresión de Kenji se oscureció como nubes de tormenta. Aunque sabía que ella solo hablaba para herirlo, la celosía seguía corriendo por sus venas. La emoción brotó de su pecho como veneno, ahogándole la garganta y tensándole la mandíbula.
Mirándola, el deseo puro ardió en sus ojos antes de que lo controlara con fuerza, luchando por mantener la compostura. «He venido aquí para pedirte perdón, no para obligarte a nada», dijo con voz gélida. «Pero harías bien en controlar tu lengua».
Scarlette, siempre rebelde, replicó: «¿Por qué debería hacerlo? No lo haré».
«¿No vas a callarte o no vas a escuchar?», la desafió Kenji.
«Ninguna de las dos cosas».
Una risa peligrosa escapó de los labios de Kenji mientras sus ojos oscuros se clavaban en los de ella. «Entonces, ¿de verdad piensas dejar que Roscoe te bese mañana?».
«¡Sí!», declaró Scarlette, levantando la barbilla en señal de desafío.
«¿E invitarás a su lengua a bailar?».
—¡Por supuesto!
.
.
.