El regreso de la esposa no deseada - Capítulo 1392
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Capítulo 1392:
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Alicia sonrió con complicidad. —Hoy no va a comer en casa. Tiene planes con una amiga.
La expresión de Kenji se ensombreció. ¿Una amiga, eh? Su mente se dirigió inmediatamente al hombre que había visto abrazando a Scarlette la otra noche. La ira de aquel momento aún ardía en su interior.
Intentando mantener la voz firme, Kenji preguntó: «¿Ha empezado a salir con alguien?».
Alicia le dedicó una sonrisa ambigua. «No lo sé. No ha dicho nada».
Kenji frunció el ceño. —Scarlette es muy considerada. Te lo habría dicho.
Alicia se rió entre dientes. —Tampoco nos ha dicho nada de ti. —Hizo una pausa y luego añadió con una sonrisa burlona—: Oh, pero supongo que eso no cuenta. Vosotros dos nunca habéis salido oficialmente.
Kenji se quedó sin palabras.
Durante el año anterior, el cortejo de Kenji hacia Scarlette había difuminado los límites entre el noviazgo y el compromiso. Aunque nunca habían puesto una etiqueta a su relación, su vínculo tenía todas las características de una pareja. La conexión entre ellos parecía tan natural que tanto Caden como Alicia daban por sentado que estaban juntos.
La mansión de la familia Ward se había convertido en el segundo hogar de Kenji, cuyas puertas siempre estaban abiertas para él. Sin embargo, ahora, el desdén casual de Alicia por aquel momento le dolía como una brisa invernal.
—¿Tienes planes para esta tarde? —La pregunta de Alicia interrumpió los pensamientos de Kenji.
Kenji negó con la cabeza. —¿Necesita algo, señora Ward?
—Scarlette ha invitado a una amiga a cenar esta noche. Tengo pensado preparar la cena yo misma. ¿Podría echarme una mano si está libre?
Kenji dudó un momento. La cocina no era su fuerte y, con un chef profesional y un ama de llaves a disposición de los Ward, la petición de Alicia le parecía un poco comprometedora.
Arremangándose con determinación, Kenji admitió: «Sra. Ward, no soy muy bueno cocinando, pero aprendo rápido».
La sonrisa de Alicia ocultaba secretos. Su declaración de «preparar personalmente la cena» se traducía en dirigir los movimientos del ama de llaves para asegurarse de que cada plato se ajustara a los gustos de Scarlette.
Kenji se puso un delantal y se dedicó a ayudar a la ama de llaves. A pesar de su rápido aprendizaje, su torpeza con los ingredientes le obligó a repetir varias veces. La tarde se deslizó en una sucesión de pequeños desastres, dejando sus manos decoradas con pequeños cortes, cicatrices de batalla que llevó sin quejarse.
«¿Te has resfriado por estar al aire libre estos últimos días?», le preguntó Alicia, al notar su tos frecuente. «Te traeré un medicamento».
—No hace falta, señora Ward. Es solo una tontería —respondió Kenji educadamente.
Bajo la atenta mirada de Alicia, Kenji se enfrentó a su último reto: las galletas de mantequilla. Sus grandes manos manipulaban con torpeza los delicados moldes, creando formas que recordaban más a piedras de río que a galletas.
—¿Sabías que a Scarlette le encantan las galletas de mantequilla? —preguntó Alicia con un tono divertido.
—Sí.
Siguiendo al pie de la letra el tutorial que había memorizado en secreto, Kenji no se atrevió a desviarse de la receta, por miedo a que cualquier libertad creativa pudiera comprometer el sabor.
Alicia observó los resultados deformes y asintió con aprobación. —No están mal. Haz más. A la amiga de Scarlette probablemente le gustarán.
Kenji se sintió aliviado y continuó con su trabajo, suponiendo que la invitada sería otra joven con un gusto similar por lo dulce.
Cuando las campanas de la tarde dieron las seis, Scarlette entró por la puerta principal.
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