El regreso de la esposa no deseada - Capítulo 1391
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Capítulo 1391:
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Caden soltó una breve carcajada. «¿Tú, precisamente tú, hablando de la vida?».
La expresión de Kenji no cambió. «Nunca utilizaría la lástima para manipular a Scarlette. Es joven; si jugara la carta de la compasión y la hiciera romper contigo por impulso, se arrepentiría más tarde. Prefiero que me odie a que la haga sufrir así».
Caden suspiró. «Ellis no tardó mucho en entrenarte para esto, ¿verdad?».
Kenji no respondió. No estaba dispuesto a darle ningún mérito a Ellis.
Caden le devolvió los regalos. —Vuelve a Banta y sigue siendo el hombre despreocupado que naciste para ser.
Kenji no los cogió. —Mi padre me enseñó que, una vez que das algo, no lo recuperas. Si te molestan, dile a los sirvientes que se deshagan de ellos.
Kenji se dio la vuelta para marcharse justo cuando la puerta se abrió desde fuera.
Scarlette, con una piruleta en la boca, chocó contra Kenji. Durante un instante, ninguno de los dos se movió. Sus miradas se cruzaron, llenas de palabras no dichas.
Scarlette se sacó la piruleta y se mordió el labio, con aire frustrado. —¿Eres tonto? ¿Qué haces ahí parado en la puerta? Quítate, tengo que entrar.
Kenji la miró antes de apartarse en silencio. Scarlette lo empujó deliberadamente con fuerza al pasar. —Qué molesto.
Aunque el empujón no fue fuerte, Kenji se agarró el pecho como si fuera frágil y tosió débilmente.
Scarlette se detuvo, frunciendo el ceño. —¿Por qué toses? ¡No te he golpeado en los pulmones!
Kenji bajó la mirada, con aire agotado y derrotado. Se dio la vuelta y se marchó sin decir nada.
Scarlette irrumpió en la sala de estar. —Papá, ¿qué hacía él aquí?
Caden respondió con calma: —Enviando regalos.
Scarlette resopló. —No lo perdones.
—No lo he hecho.
Scarlette se quedó sin palabras por un momento.
Caden la observó atentamente. Tenía el ceño fruncido y su expresión era una mezcla de preocupación y frustración. Kenji la tenía justo donde quería. Tras presenciar su pequeña discusión en la puerta, Caden no pudo evitar sonreír. ¿Kenji decía que no iba a utilizar la carta de la compasión? ¡Ja! Kenji era un experto en eso.
Caden, que era buen juez de carácter, sabía una cosa: si Kenji estaba realmente decidido, recuperar a Scarlette era solo cuestión de tiempo.
Caden preguntó con indiferencia: —¿Cómo van las cosas con Roscoe?
Scarlette, todavía distraída, murmuró: —Bien.
—Bien. Invítalo a cenar esta noche.
Alicia se quedó en silencio durante un largo rato después de escuchar el ridículo plan de Caden. —¿No temes que Roscoe y Kenji empiecen a pelear en la mesa? —preguntó en tono burlón—. Kenji tiene peor genio que tú.
Caden no se inmutó. —Por muy mal genio que tenga, no se atrevería a comportarse así aquí. Además, Roscoe es tranquilo, no se rebajará al nivel de Kenji.
Alicia tenía otra preocupación. —¿Crees que Scarlette podrá soportarlo?
—Sí, puede. Por mucho que le guste Kenji, tiene su orgullo. Alicia suspiró, sabiendo que no había forma de discutir con Caden. «Está bien. Pero no digas que no te lo advertí».
Al mediodía, Kenji volvió a visitarlos. Afirmó que había venido a ver a Caden y Alicia, pero en cuanto entró, sus ojos recorrieron la habitación en busca de algo. Dirigió su pregunta a Alicia. «Señora Ward, ya es tarde. ¿Por qué no ha vuelto Scarlette?».
Alicia arqueó una ceja. «¿Tarde? Apenas es mediodía».
«Es la hora de comer».
Kenji había calculado perfectamente el momento de su visita: sabía que Scarlette era de las que nunca se perdían una comida en familia.
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