El regreso de la esposa no deseada - Capítulo 1378
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Capítulo 1378:
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«Claro, prioriza tu salud», respondió Scarlette sin dudarlo.
Zayden hizo una pausa y respiró hondo antes de pronunciar un discurso bien elaborado. «Scarlette, no me queda mucho tiempo. Puede que no hayamos estado juntos mucho tiempo, pero una vez sentiste algo por mí. Si aún te queda algo de cariño, ¿podrías concederme un último deseo?».
Scarlette lo miró con cautela. «¿Cuál es ese deseo?».
«¿Podrías ser mi novia solo un día más?».
Scarlette dudó un momento y luego dijo con delicadeza: «Creo que estás exagerando tu enfermedad».
El compañero de clase que jugaba al billar con Kenji había trabajado con él en el mismo proyecto experimental revolucionario en Warrington. Su colaboración pasada había florecido sin esfuerzo, dejando una huella indeleble en la memoria de Kenji.
Sin embargo, la reunión de hoy era diferente. Entre los nuevos compañeros de clase, un hombre de ojos estrechos y penetrantes rodeaba a Kenji como un halcón, con un entusiasmo que rayaba en la sospecha.
Irritado por los halagos evidentes, Kenji cortó por lo sano. «Este centro de ocio no es mío. Adularme no servirá de nada».
El hombre de ojos estrechos, astuto como un zorro experimentado, restó importancia a las duras palabras de Kenji con facilidad.
Durante la primera partida, el hombre de ojos estrechos falló deliberadamente los tiros, dejando que Kenji metiera las bolas con una sencillez sospechosa.
Harto de la farsa, Kenji lo confrontó directamente. «¿Qué pretendes?».
Ante esto, el compañero de clase intercambió una mirada cómplice con el hombre de ojos estrechos, que salió de la sala sin decir palabra.
«Kenji, no le des importancia», se acercó el compañero de clase, con voz mesurada. «Solo está haciendo contactos, creando conexiones».
Kenji, que nunca había sido muy dado a las sutilezas sociales, se burló. «¿Y eso es asunto tuyo o suyo?».
«¿Te acuerdas de nuestro proyecto Warrington?». El tono del compañero se volvió grave. «¿Esos problemas clínicos que creíamos haber resuelto? Han vuelto, y peor. El virus ha mutado y ha producido una cepa peculiar de pacientes. Es muy contagioso, letal y se propaga rápidamente. Los hospitales están desbordados, pero las autoridades lo mantienen en secreto. El público sigue sin saber nada».
—Ve al grano —espetó Kenji.
El compañero respiró hondo. —Quiere tu experiencia. Necesitamos que reanudes la investigación y resuelvas este enigma viral antes de que sea demasiado tarde.
—Este hombre, ¿es médico o director de un hospital?
—Ninguna de las dos cosas.
Kenji entrecerró los ojos. —Entonces, un importante accionista del proyecto.
El revelador silencio del compañero confirmó las sospechas de Kenji.
—Nuestro último experimento duró dos años —dijo Kenji con voz aguda—. Con este virus mutado, ¿cuál es el plazo? ¿Cuál es la tasa de éxito? Tu amigo parece demasiado ansioso por obtener beneficios como para esperar otros dos años.
El rostro del compañero se endureció. —Solo necesitamos producir el medicamento.
—Kenji, la eficacia no es lo prioritario.
Una risa fría escapó de los labios de Kenji. —¿Ganar dinero sucio?
—Si no obtenemos beneficios, lo harán otros —replicó el compañero—. ¿Por qué no aprovechar la ventaja mientras la tenemos?
El hielo se cristalizó en la mirada de Kenji. En ese momento, años de amistad, construidos sobre ideales compartidos y confianza, se hicieron añicos como cristal. «Menuda defensa has preparado para el juicio», dijo con voz llena de desprecio.
El compañero de clase se quedó en silencio bajo el peso de la ira de Kenji.
El hombre de ojos entrecerrados eligió ese momento para regresar, acompañado de una mujer. «Disculpe, señor Reed. Mi novia se sentía insegura e insistió en acompañarnos». La mujer que apareció era una visión de seducción calculada, con sus curvas resaltadas por una vestimenta provocativa.
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