El regreso de la esposa no deseada - Capítulo 1357
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Capítulo 1357:
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«¿Qué intenta resolver el experimento?», preguntó, con un toque de curiosidad en la voz.
«Enfermedades raras», respondió él, con un tono casi reverente.
«Oh».
La mayoría de las personas de su edad estaban preocupadas por divertirse sin pensar o hacer alarde de sus vidas, pero Kenji era una rareza, un hombre con un propósito. Scarlette encontraba este lado suyo extrañamente fascinante y no pudo evitar echarle una mirada.
Kenji captó su mirada.
En la quietud de la noche, la calidez entre ellos pareció despertar algo más profundo, despertando sentimientos para los que ninguno de los dos estaba preparado.
Los ojos de Scarlette se posaron en sus afilados y atractivos rasgos. Murmuró para sí: «Sabes… Besarte no está nada mal».
Kenji frunció el ceño y su nuez de Adán se movió mientras tragaba saliva. ¿Quién podría resistirse a tal invitación?
Con un movimiento rápido, la levantó sobre el piano, ya no contento con un simple beso. Sus largos dedos comenzaron a explorar su cuerpo, acercándose poco a poco a lugares que hacían que su pulso se acelerara.
«¿Solo fue doloroso esa noche?», preguntó, sus labios rozando los de ella, su mirada buscando la de ella con una intensidad que la hizo estremecerse.
«¿Sentiste algo más?».
Scarlette negó con la cabeza, su voz apenas un susurro.
«Solo dolor».
«Quiero la verdad», dijo él, mientras sus labios trazaban una línea por su mandíbula.
«Vale».
Se humedeció los labios con nerviosismo.
«Me dolió de verdad».
Kenji se rió entre dientes, pero había algo de maldad en su risa. La convenció: «Esta noche no será así».
El cuerpo de Scarlette se estremeció ante sus palabras, una extraña e inesperada anticipación se apoderó de ella. Ya no le resultaba tan repulsivo como antes, no después de todo lo que había sucedido. Mientras la besaba, Kenji la levantó para sentarse.
Scarlette, en un movimiento casi mecánico, levantó la pierna para ayudarlo a quitarle los pantalones.
Kenji, rompiendo momentáneamente el beso, miró sus acciones. Sus ojos brillaban con picardía.
«¿Qué estás haciendo?», preguntó, con una sonrisa juguetona en los labios.
Scarlette parpadeó, confundida.
«Oh, ¿debería quitarme la ropa primero?».
Kenji contuvo la risa, aunque podía sentir cómo aumentaba su propio deseo. La giró suavemente para que mirara hacia el piano, con las manos firmes pero no desagradables.
«¿Por qué te molestas en quitarte la ropa? No voy a hacer nada contigo hasta que estemos casados».
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