El precio de la mentira: una promesa rota - Capítulo 362
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos dos veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 362:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Sus ojos se agrandaron y sus mejillas se sonrojaron mientras su corazón se aceleraba y lo miraba fijamente. Estaba de pie cerca de él, aunque todavía en pie. «Hubiera preferido que chocaras tus labios contra un trozo de madera en lugar de contra mi camisa», dijo él, con tono molesto, mientras echaba un rápido vistazo a su camisa. «Oh, gracias a Dios. Pensé que habías manchado mi camisa con tu brillo de labios».
Blue suspiró, con cara de decepción, mientras ponía los ojos en blanco y se alejaba rápidamente de él.
«¿En qué estaba pensando?», se quejó en su mente.
Se acercó al cuadro y lo tocó. «Está seco», confirmó en silencio, curvando los dedos mientras sus pensamientos se desviaban. Se volvió hacia él.
«Todavía no, todavía está un poco húmedo», dijo, alejándose de él y evitando su mirada.
Gael intentó ocultar su sonrisa.
«¡Uf! Supongo que tendré que volver aquí», fingió quejarse.
«Nadie te obliga. Puedo enviártelo a tu casa», dijo ella.
«Por supuesto que no. No puedo arriesgarme a que se rompa o algo así. Vendré a recogerlo yo mismo».
«Deberías irte, se está haciendo tarde».
«No pasa nada, puedo quedarme a dormir».
«¿Eh? ¿En qué cama?», preguntó ella alzando la voz.
—Cálmate. Puedo dormir en el piso. Yo tampoco puedo arriesgarme.
—¿Arriesgarte a qué? —Lo miró con recelo.
—Arriesgarme a que me hagas algo… malo.
Ella se burló y frunció los labios. —Como si fuera posible. Lo siento, pero no permito que haya hombres en mi casa.
𝑆𝒾𝑔𝓊𝑒 𝓁𝑒𝓎𝑒𝓃𝒹𝑜 𝑒𝓃 ɴσνєℓα𝓼4ƒα𝓷.ç0𝓂 antes que nadie
—Vaya, ¿entonces me ves como un hombre?
—¿Acaso debería verte como un mono?
—¿No puedes ser amable por una vez?
—Como si tú lo fueras —chasqueó la lengua.
—Te he salvado la vida esta noche, ni siquiera he cenado y ¿ya quieres echarme?
—¿No has comido? —Sus ojos y su voz se suavizaron.
—No
—¿No eres rico? ¿Por qué no has comprado algo? —dijo, haciendo un puchero y dirigiéndose a la cocina.
—¿Me vas a dar de comer o vas a seguir recordándome que tengo dinero?
—Quizás si te callas, te dé de comer.
—¿Alguna vez has pensado que podría ser mayor que tú?
—Dijiste que éramos amigos, así que ¿por qué debería ser formal? —Le lanzó una mirada inquisitiva y lo dejó sin palabras.
—¿Lo dije? Nunca dije que quisiera amistad cuando quiero más que eso.
Los dedos y los pies de Blue dejaron de moverse. Se volvió hacia él sorprendida. —¿Eh?
—Date prisa antes de que el hambre me mate.
—Acabas de decir algo.
—No recuerdo las cosas cuando tengo hambre.
.
.
.