El precio de la mentira: una promesa rota - Capítulo 346
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos dos veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 346:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
«Eres un fracaso».
Las palabras de Dani resonaban en sus oídos, haciendo que su cuerpo temblara. Ya se imaginaba convirtiéndose en el hazmerreír de todos, pasando de ser alguien a no ser nadie. Eso la volvía loca, hacía que su cuerpo se estremeciera y deseaba romper todo lo que tenía a su alcance para descargar sus emociones.
Después de unos minutos, sus sollozos y llantos cesaron. Levantó la cabeza lentamente, con sus emociones completamente cambiadas. Su corazón desanimado ahora ardía de rabia y odio. Sus ojos se iluminaron con una mirada peligrosa y sus débiles manos se aferraron al volante con furia.
«Es culpa de ella. Todo es culpa de ella», murmuró. «Lo arruinó todo. Arruinó mi vida. Me quitó todo».
Una lágrima cayó de sus ojos, pero su sangre hervía, consumida por la venganza.
«Espera a que te lo quite todo. Espera a que haga tu vida tan miserable que desees la muerte. Voy a recuperar lo que es mío por derecho, y os pondré a todos bajo mis pies», dijo con rencor.
Clarisse tarareaba alegremente mientras daba la vuelta al huevo en la sartén y luego comprobaba el horno para ver si las galletas estaban casi listas, balanceando las caderas mientras se movía.
—Pareces estar de muy buen humor esta noche —dijo el señor Clinton al entrar en la cocina.
Clarisse se rió entre dientes. —Solo estoy contenta de haber vuelto a casa.
—Yo también. Es un gran alivio.
—Siento haberlos preocupado a todos.
—No hay por qué disculparse; nada de esto es culpa tuya.
Clarisse le sonrió y asintió con la cabeza.
—¿Qué te trae por aquí? —preguntó, volviendo a lo que estaba cocinando.
Descúbrelo ahora en ɴσνє𝓁α𝓼4ƒαɴ.c♡𝗺 actualizado
—He venido a ver qué pasaba. He visto a las criadas en sus habitaciones sin hacer nada y, cuando les he preguntado, me han dicho que las habías despedido —dijo—. Por eso he venido a ver si todo iba bien.
—Sí, todo va bien —respondió ella con una sonrisa.
«Quería preparar algo de comer, por eso».
«Deberías haberle dicho a alguien que se quedara para ayudarte».
«No, no, quiero hacerlo yo misma», dijo ella, volviéndose hacia él. «Quiero prepararle algo yo misma».
Ahora lo entiende.
Clinton sonrió más ampliamente e hizo una ligera reverencia. «Entonces no te molestaré».
Clarisse se rió. «No me molestas».
«Por favor, llámame si necesitas algo».
«Lo haré sin duda. Gracias».
«De nada», se inclinó una vez más antes de marcharse.
Clarisse volvió felizmente a lo que estaba haciendo, dedicando su tiempo a preparar tres tipos de comida: hojaldre de caramelo, espaguetis a la boloñesa y pollo tikka.
Sonrió mientras se esforzaba por que todo saliera perfecto, imaginando su sonrisa cuando lo probara. Imaginó lo mucho que disfrutaría viéndolo comer la comida que había preparado y la sorpresa en su rostro cuando descubriera que ella quería compartir una habitación con él, como cualquier pareja normal.
Se rió mientras las burbujas de emoción bailaban dentro de ella. Cuando terminó, limpió y ordenó la cocina, se quitó el delantal y se aseguró de que todo estuviera listo antes de ir a la habitación a darse una ducha. Todavía no estaba acostumbrada a quedarse en su habitación, así que se sentía rara, y la habitación era sencilla y oscura, a diferencia de la suya.
«Quizás cambiemos algunas cosas», se dijo a sí misma después de regresar del baño. Sus pertenencias en la habitación hacían que el espacio se sintiera más vivo.
.
.
.