El precio de la mentira: una promesa rota - Capítulo 33
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos dos veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 33:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
«¿Cómo lo sabes si no vives con nosotros?», preguntó Patricia, con voz irritada.
«Pero he venido a visitarlos bastantes veces», respondió Moraine con un suspiro. «Deja de soñar, Patricia. No era tu hija biológica. Era como deshacerse de una niña sin incentivos. No esperes ninguna conexión o familiaridad por su parte; tú no tienes ninguna importancia. Estoy segura de que se vengará de ti, así que te aconsejo que te mantengas alejada de ella».
Con eso, se alejó, dejándolas en un silencio incómodo.
Leila y Merissa, dándose cuenta de la tensión, retrocedieron lentamente.
Patricia se quedó paralizada, hirviendo de rabia por dentro, pero al mismo tiempo, comenzó a reflexionar sobre lo que había hecho. El gran error que había cometido. «No debería haberlo hecho», murmuró entre dientes. «Pero nunca es demasiado tarde».
Patricia sintió una profunda culpa al darse cuenta del dolor que le había causado a su hija. Se preguntó lo mal que se debía de sentir Alice. Abrumada, entró en la casa, sin saber cómo enfrentarse a ella. Pero, al mismo tiempo, quería hacerle saber lo mucho que lo sentía.
Caminó hacia la habitación de Alice con el corazón acelerado, temiendo que, al abrir la puerta, encontrara a su hija llorando o triste. Patricia quería asegurarle que arreglaría las cosas, que recuperaría lo que le pertenecía por derecho. Pero cuando abrió la puerta con cuidado y miró dentro, vio a Alice bailando y haciendo un reto de TikTok.
Patricia suspiró aliviada. Me alegro de que se lo esté pasando bien, pensó para sí misma y cerró la puerta en silencio. Una sonrisa se dibujó en su rostro al sentir alivio al ver a su hija de buen humor.
«No te preocupes, Alice. Christian es tuyo, y me aseguraré de ello. No te preocupes, cariño, siempre ha sido tuyo», murmuró para sí misma con una sonrisa.
Mientras tanto, las sirvientas observaban a Clarisse, que seguía sentada en silencio, sin elegir ningún vestido. Una de las sirvientas se acercó a otra, que estaba limpiando el polvo de un retrato en la pared.
Tu fuente es ɴσνє𝓁α𝓼4ƒα𝓷.ç◦𝓂 actualizado
«Hola, Blue», saludó Sandra con una sonrisa.
«¡Hola, Sandra! Has vuelto», dijo Blue, con el rostro iluminado por la emoción.
«Sí, he vuelto. ¿Por qué hay tanto ruido por aquí?», preguntó Sandra, curiosa.
«¡Dios mío, te has perdido mucho!», exclamó Blue, saltando de emoción.
«Sé que me he perdido algo. Todo el mundo parece estar cotilleando. ¿Y quién es esa?», preguntó Sandra, al ver a Clarisse sentada en la habitación mientras pasaban por el pasillo.
«El jefe trajo a una mujer a casa anoche», dijo Blue, prácticamente saltando de emoción. «¿Una mujer?», frunció el ceño Sandra.
«Sí, pero ¿sabes qué es lo más sorprendente y hermoso de todo esto?».
«¿Qué es?», preguntó Sandra, frustrada.
«Creo que se quedó dormida de camino aquí. ¿Y adivina qué?», dijo Blue, con la voz prácticamente cantando de alegría.
«¿Qué?», respondió Sandra, impaciente.
—¡La llevaba en brazos como a un bebé! Fue tan bonito y romántico… ¡Una imagen realmente preciosa! —dijo Blue, sonriendo mientras imitaba cómo la llevaba.
—¿Y qué? ¿Qué tiene eso de romántico? —se burló Sandra.
—No seas aburrida, Sandra. Tienes que verlo. La forma en que las hélices del helicóptero agitaban el aire, revolviéndole el pelo y la ropa mientras caminaba con la mujer en brazos. La imagen era impresionante: cómo la llevaba, cómo se movía, todo parecía un sueño. Sandra no pudo evitar sonrojarse ante esa imagen.
Volvió a mirar a Clarisse, pero esta vez no fue por curiosidad. La estaba mirando con ira.
.
.
.