El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 991
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 991:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Miró hacia la papelera y no pudo evitar negar con la cabeza, admitiendo en silencio que los hombres perdían todo el control una vez que probaban algo.
Nate entró en el dormitorio justo cuando Corrine se estaba ajustando el escote del camisón, con la mirada fija en los tenues chupetones que le estropeaban la clavícula.
El sonido de la puerta al abrirse le llamó la atención. Levantó la vista y se encontró con la mirada de él en el espejo.
Llevaba un camisón de color rosa pálido, cuya delicada tela complementaba su piel de porcelana y acentuaba la esbelta curva de su clavícula.
El deseo brilló en los ojos de Nate en el momento en que se fijó en las marcas.
Al percibir el cambio en su expresión, Corrine sintió una punzada de inquietud. Sin decir nada, se volvió hacia el armario y eligió apresuradamente un conjunto para ese día.
«Yo elegiré por ti», murmuró Nate. Antes de que ella pudiera decidir, él se adelantó, rodeó su cintura con un brazo y la atrajo hacia su pecho.
Su calor se filtró a través de la fina tela del camisón.
La íntima posición le trajo instantáneamente recuerdos de la noche anterior, haciendo que un calor intenso invadiera las mejillas de Corrine.
Nate se acercó al armario, sacó una blusa con volantes y la combinó con un pañuelo de seda ligero, perfecto para tapar los chupetones.
—Vístete y baja a desayunar —dijo, entregándole la ropa y dándole un suave beso en la sien.
Corrine asintió, pero sin mucho entusiasmo.
Cuando Nate se dio cuenta de su falta de entusiasmo, frunció el ceño. —¿Estás agotada?
La noche anterior se había contenido, con cuidado de no hacer daño a Corrine ni asustarla. El miedo a sobrepasarse había mantenido sus movimientos controlados.
Corrine carraspeó, decidida a parecer tranquila. —Estoy bien.
Una sonrisa se dibujó en los labios de Nate. —¿Entonces no estás cansada?
Al darse cuenta de que había caído directamente en su trampa, Corrine se sonrojó avergonzada y lo empujó. —¡Fuera! Tengo que cambiarme.
Nate se dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta con paso tranquilo. Justo antes de salir, miró hacia atrás. —Ya he visto cada centímetro de tu cuerpo.
Corrine agarró la zapatilla más cercana y se la lanzó a la espalda. —¡Fuera!
Después del desayuno, Corrine volvió a su dormitorio para hacer las maletas.
Jules había comparado en broma su próximo viaje al Continente Independiente con Nate a una fuga romántica. En aquel momento no le había dado mucha importancia, pero ahora, mientras hacía la maleta a escondidas, la comparación no le parecía tan descabellada.
Su teléfono vibró con una llamada de Jules.
—Ven al laboratorio —dijo en cuanto ella respondió.
Corrine se detuvo y cerró la cremallera de la maleta. —¿Ha pasado algo?
—Estamos en la fase dos del experimento —explicó Jules. Su voz era baja, ligeramente ronca—. La fase tres podría requerir tu participación como sujeto de prueba.
.
.
.