El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 982
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Capítulo 982:
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«No esperaba verte aquí. ¿Qué tal?»
Zeke sonrió, completamente serio.
Y no era solo porque las flores fueran de Nate. Todos los demás pensaban que ella era como una rosa, pero Nate… él la veía como un tulipán.
Jules observó su tranquila felicidad. Tras un breve silencio, habló, con tono casual pero cargado de intención. «¿Cuándo te vas?».
La sonrisa de Corrine se desvaneció. Levantó la vista hacia él, con expresión indescifrable. —¿Qué?
—No te hagas la tonta —replicó Jules, sin darle margen para fingir—. ¿Cuándo te vas al Continente Independiente?
Ya no tenía sentido esquivar la pregunta. Ella lo admitió: —Dentro de unos días.
—Tienes mucho valor, Corrine. ¿Huir con ese hombre sin decírselo a tu familia? — soltó una risa ahogada, sacudiendo la cabeza y apagando el cigarrillo.
—Cuida tus palabras —le advirtió ella—. Me voy de viaje por poco tiempo, no voy a desaparecer del mapa.
—Solo espero que no te pongas demasiado cómoda y no vuelvas nunca.
Corrine puso los ojos en blanco. —¿Lo sabe el tío Jayden? —preguntó.
—Si mi padre lo supiera, ¿de verdad crees que estaríamos teniendo esta conversación ahora mismo?
Corrine suspiró aliviada.
—Aun así, te das cuenta de que el Continente Independiente no es un simple lugar de vacaciones —dijo él tras una pausa.
Se rumoreaba que era rico en minerales, por lo que se consideraba una tierra de inmensas oportunidades.
Su población era menos de una décima parte de la de Chadand, pero todos sus habitantes poseían una gran riqueza.
Para salvaguardar sus intereses, el gobierno local aplicaba estrictos controles de entrada y salida.
Solo se permitía el acceso a quienes tenían invitaciones de las autoridades o de las cuatro familias gobernantes.
Estas rígidas restricciones habían preservado el aire de misterio del continente durante años.
Jules estudió la expresión de Corrine. Cuando ella permaneció en silencio, habló con seriedad. «Si estás decidida a ir, no te alejes de Nate». Luego, como si se contuviera, añadió: «No subestimes lo que te espera».
«Voy a cenar con Corrine», dijo Zeke con tono despreocupado, pero con los ojos impenetrables.
Jules se quedó paralizado por un segundo, parpadeando con incredulidad. Sus cejas se levantaron lentamente mientras la sorpresa se extendía por su rostro. «¿Hablas en serio?».
Recuerdos de años atrás parpadearon en su mente, de cuando había hecho una apuesta estúpida con Zeke. Perder esa apuesta le había dolido, y en un momento de humor desafiante, le había ofrecido en broma presentarle a su prima Corrine. Una broma inofensiva, o eso pensaba en ese momento. La idea de que Zeke se convirtiera en su primo político y le mostrara respeto le había parecido divertida entonces.
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