El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 973
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Capítulo 973:
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Las preguntas rápidas de Sonia dejaron a Leah sin poder decir una sola palabra.
Mientras Leah recordaba todas las veces que Corrine la había humillado, y cómo la familia Burgess estaba ahora al borde del colapso, no podía quitarse de la cabeza la sensación…
De que todo conducía a una dura realidad. Corrine realmente era parte de la familia Ford, la familia más rica de todo Lyhaton.
Pero si Corrine era realmente la nieta de Carl, ¿cómo había podido la familia Holland de Pinetree City permanecer en la ignorancia durante tanto tiempo?
Al darse cuenta de que la postura firme de Leah había comenzado a desmoronarse, Sonia no desperdició la oportunidad de seguir presionándola. «Entiendo que estés enfadada. Pero ¿por qué tirar tu futuro por la borda por algo que podrías arreglar con una simple disculpa? Si acabas entre rejas, ¿qué crees que hará la familia Ashton? Te repudiarán en un santiamén para salvar su propio pellejo».
Al oír eso, Leah frunció el ceño con fuerza. Se mordió el labio, claramente dividida entre el orgullo y el miedo.
El aire de la habitación se volvió pesado, ninguna de las dos hablaba.
—Señorita Holland, señor Hopkins. —Una voz respetuosa llegó desde el pasillo, rompiendo el silencio.
La puerta se abrió de par en par, seguida del sonido constante de pasos que se acercaban.
Leah y Sonia se volvieron hacia la puerta y vieron a dos personas de pie justo fuera. Las expresiones de ambas cambiaron ligeramente. Corrine entró con una chaqueta blanca impecable y unos pantalones anchos y fluidos. El conjunto le daba un aire elegante y natural. Llevaba el teléfono en una mano, mientras se desplazaba por los mensajes, y con la otra sujetaba firmemente la de Nate.
Corrine parecía pequeña junto a la alta estatura de Nate, pero había algo en la forma en que estaban juntos. Su energía se equilibraba, dando una extraña sensación de unidad natural.
En el instante en que los ojos de Leah se posaron en Corrine, una ola de odio amargo estalló en su pecho. Apenas logró evitar que se notara.
Pero se obligó a recordar que era ella quien había solicitado una reunión con Corrine. Perder los estribos ahora solo empeoraría las cosas.
Apretó los puños con fuerza, clavándose las uñas en las palmas. Clavó la mirada en Corrine, sin querer apartar la vista.
Sonia, por una vez, abandonó su actitud habitual. Una sonrisa cortés se dibujó en su rostro mientras se acercaba. —Señorita Holland, me alegro de que haya podido venir.
—Cinco minutos —dijo Corrine, mirando la pantalla de su teléfono sin levantar la vista.
Leah no pudo soportar más la actitud presumida de Corrine. Soltó: «¿A quién crees que estás intentando impresionar?».
«¡Basta!», espetó Sonia con voz aguda y cortante.
Se acercó a Leah, la agarró del brazo y se inclinó hacia ella para susurrarle: «¿A qué esperas? Pídele perdón a la señorita Holland».
Leah abrió ligeramente la boca, pero no le salió ningún sonido. Tenía la garganta cerrada y su orgullo le impedía hablar.
Al darse cuenta del incómodo silencio que se había instalado en la sala, Sonia intervino rápidamente con una sonrisa forzada. —Señorita Holland, le debemos una sincera disculpa por todo lo que hemos hecho. Ha sido imprudente y un error. —Hizo una pequeña reverencia y, al mismo tiempo, tiró con fuerza de la manga de Leah.
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